Caminando juntos.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas;
12 de junio de 1999.
Discurso inaugural pronunciado por
el
Senador Pablo Salazar Mendiguchía
en la Primera Convención Mujeres Chiapanecas:
La Otra Mitad de la Esperanza
Queridas amigas de las diferentes
regiones de Chiapas.
Amigas de otras tierras que nos acompañan
este día y comparten la preocupación y la pasión por los destinos de este
Chiapas querido.
Amigos y amigas,
Bienvenidos, bienvenidas.
Agradezco a todos su presencia,
fundamentalmente a las mujeres que con su entusiasmo y compromiso, respondieron
prontamente a la convocatoria que el 8 de marzo pasado, cuando celebramos el
día internacional de la mujer, les hice para realizar este gran encuentro al
que hemos llamado la primera convención
de mujeres de Chiapas: la otra mitad de
la esperanza.
La otra mitad, porque la esperanza
tiene que ser de suma, de complementos, porque sólo caminando juntos en la
diversidad y las diferencias, haremos de la esperanza en el porvenir, un
presente de realidades de justicia y equidad.
Del total de los chiapanecos que
poblamos este estado, el 50 por ciento son mujeres, justamente la mitad de la
población. También en partes iguales se constituyen los pilares fundamentales
sobre los que se soporta nuestra sociedad. Son siempre dos al fundar las
familias, al dar origen a la vida: hombre y mujer.
Sin embargo esta proporción no se
refleja en los ámbitos sociales y culturales, ya que las dos mitades aunque
complementarias, no siempre, es más, casi nunca se relacionan desde una
perspectiva de equidad, respeto y justicia. Las decisiones y los dominios de la
vida privada y de la vida pública siguen siendo patrimonio y privilegio de los
hombres, de lo masculino.
A nosotros, los varones se nos
dificulta reconocer el gran peso de la cultura que privilegia lo masculino
sobre lo femenino, donde nadie gana ni se convierte en mejor individuo. Donde
más bien perdemos posibilidades de crecer en humanidad y de construir mejores
sociedades.
Estoy plenamente convencido de que
no podremos arribar dignamente al nuevo siglo, si no es caminando juntos,
superando viejas ataduras y reconociendo la necesidad de igualdad entre los
géneros, e impulsando las acciones positivas hacia ello.
En Chiapas, la proporción porcentual
entre la población masculina y la femenina, se traduce similarmente en el
padrón electoral, es decir, la mitad de los que cuentan con credencial para
votar, son mujeres. De esta forma las mujeres se convierten en un factor
escencial de cambio democrático.
Para las mujeres, el ejercicio
democrático de sus derechos ciudadanos, no concluye al depositar su voto en las
urnas, sino que continua en la demanda legítima de participación equitativa en
todos los ámbitos de la vida, desde la pareja y la familia, hasta los espacios
sociales, políticos, culturales y económicos.
En este sentido los hombres, padres,
hermanos, esposos, hijos, amigos, compañeros, tenemos que impulsar en paralelo,
la lucha de las mujeres. Sólo seremos mejores hombres, en tanto las mujeres
sean más plenas, en tanto podamos evitar que mujeres tanto o más inteligentes
que muchos de nosotros, desperdicien sus talentos únicamente por servir a
otros.
En Chiapas la representación de las
mujeres en los espacios públicos, es prácticamente nula, actualmente ninguna
mujer forma parte del gabinete de gobierno.
En el Congreso del Estado su
participación es poca representativa, sin mencionar esta falta de
representatividad en los ayuntamientos.
La exclusión de las mujeres tiene su
manifestación más dramática cuando nos referimos a las cifras de la pobreza,
como ejemplo cito algunas:
el 59.6 por ciento de la población
analfabeta del estado son mujeres.
el 30 por ciento de la población
total del estado, son mujeres que viven en el medio rural, donde las carencias
de servicios básicos, de salud y de educación son lacerantes; y
el 63 por ciento de la población que
habla exclusivamente una lengua indígena son mujeres, situación que les impide
acceder a los beneficios de una cultura predominante.
Estos datos son sólo algunas
referencias del cómo la pobreza presenta su mayor crudeza en este sector de la
población, del cómo las políticas gubernamentales orientadas a “combatir la
extrema pobreza” han demostrado su ineficacia; del cómo las políticas
económicas no han significado para la mayoría, principalmente para las mujeres,
ningún beneficio ni oportunidad real de mejorar sus condiciones de vida y la de
sus familias.
Y mientras no hayamos salvado las
grandes distancias entre esas múltiples categorías de la pobreza, acuñadas en
los más recientes tiempos por los “expertos” planificadores de las políticas
sociales y económicas, que dividen a los marginados y excluidos en pobres
medios y pobres extremos, y las más enormes distancias entre pobres y ricos, no
podremos avanzar en la construcción de sociedades justas, de futuro. Igual es
la gran distancia de la inequidad de género que tendrá que ser cada vez más
estrecha hasta desaparecer por completo.
Las necesidades y las demandas más
apremiantes de mujeres y hombres en Chiapas, actualmente se manifiestan en
reclamos para la sobrevivencia, para la producción de alimentos básicos, para
la infraestructura de servicios escenciales, reclamos de elemental derecho que
hasta hoy no cuentan con respuestas satisfactorias. Sin embargo, las demandas y
grandes reclamos se dan en el marco del derecho y la justicia, del respeto a la
diversidad y las diferencias, a la libre determinación, de equidad.
A esos grandes y pequeños reclamos,
deberá dirigirse el primer gobierno del nuevo milenio, el gobierno que con la
concurrencia de ustedes será seguramente el primer gobierno surgido de un
efectivo ejercicio democrático. El gobierno que yo habré de encabezar tendrá un
mensaje de esperanza para todos, para todas, incluirá a los mejores hombres y a
las mejores mujeres, a todas las fuerzas democráticas, a los grupos sociales
con mayor representatividad, a la sociedad civil, juntos sociedad y gobierno,
con nuestro mejor esfuerzo contribuiremos a hacer de Chiapas una tierra de
dignidad, de realidades menos dolorosas.
En diversos foros he manifestado mi
compromiso de gobernar con mujeres, de escuchar sus voces, hoy desde este
espacio de la convención fortalezco mi compromiso con ustedes.
Es profundamente gratificante verlas
reunidas, se que aún en las diferencias que existen entre los grupos de mujeres
que aquí se encuentran representadas, lograrán grandes acuerdos, que los puntos
en común, las coincidencias, son mayores. Las mujeres que me propusieron la
realización de este evento, pensaron que los grandes temas que aglutinan y
reflejan la amplia agenda de las mujeres son el derecho, la ciudadanía y la
diversidad. Los temas pendientes, si los hay, los iremos abordando en el
transcurrir de los días que aún faltan de campaña.
La convención abre un proceso de
opinión y consulta participativa, en el que las mujeres trazarán las líneas y
definirán los perfiles de lo que habremos de transformar en políticas públicas
en favor de las mujeres mismas. Este proceso habrá de concluir con el triunfo
democrático en la elección del 2000. Juntos celebraremos el triunfo ciudadano.
A las amigas y amigos, personas de
prestigio reconocido en los ámbitos académicos, del derecho, de la lucha social
y política, que incondicionalmente respondieron a la invitación y que dejando
de lado compromisos, se encuentran con nosotros como expositores de los temas
que hoy abordaremos, a ustedes mi gratitud y afecto.
A las mujeres líderes, a las
representantes de los partidos políticos, de los organismos no gubernamentales,
mi reconocimiento y solidaridad, a ustedes les digo que estamos juntos andando
el mismo camino.
A las amas de casa, las madres,
esposas, hermanas, hijas, ciudadanas todas, compañeras nuestras, mi respeto y
admiración fraterna.
Se ciertamente que su participación
hará de éste, un espacio de diálogo y reflexión, de construcción de camino
nuevo.
Nuevamente convoco a la otra mitad
de la esperanza: las mujeres, a su participación, a su generosidad, para que
hoy desde San Cristóbal de las Casas, llamemos a despertar las conciencias y a
sumar las coincidencias, a tomar las decisiones y afirmar los compromisos, para
construir un Chiapas nuevo, el Chiapas que todos queremos.
Las invito a seguir caminando
juntos.
Este día en que comparto con
ustedes, en su mayoría mujeres, quiero rendir homenaje a las mujeres
Chiapanecas, y especialmente a una de las más grandes mujeres de Chiapas, mujer
universal, precursora intelectual de los movimientos feministas en México, a la
escritora Rosario Castellanos.
Este año, se cumplen en agosto, 25
años de su inútil y temprana muerte, y todos los chiapanecos y todas las
chiapanecas, en conjunto con los mexicanos todos, habremos de celebrar merecido
homenaje.
Rosario además de escritora
multifacética –escribió poesía, narrativa, ensayo, teatro y crónica
periodística-, es mujer ejemplar por su compromiso con los indios de Chiapas, a
quienes devolvió a través de su obra, valor y dignidad.
Sírvanos Rosario de pauta y guía
para conducirnos en ese doble compromiso: con las mujeres y con los marginados.
En esta primera convención de la
otra mitad de la esperanza, seguramente la presencia de Rosario Castellanos y
el espíritu de su obra estará presente.
A ella y a todas las mujeres de, y
en Chiapas ofrezco mi reconocimiento respetuoso y mi convicción de la necesidad
de caminar en paralelo, juntos.