Plan de acción política
Soyaló, Chiapas; 14 de febrero de 1999.
México
vive uno de los más intensos períodos de su vida política. El 2 de julio del
año 2000 se celebrarán elecciones para la Presidencia de la República en el
marco de una de las contiendas más competidas de la historia electoral del
país. En el sureño estado de Chiapas las elecciones federales coincidirán con
las elecciones de gobernador. Este texto es un documento que forma parte de ese
proceso, es un plan de acción político electoral que convoca a los ciudadanos
de Chiapas a organizarse para poner en manos de la sociedad la conducción del
gobierno con el propósito de mejorar las condiciones en que viven cientos de
miles de habitantes de estas tan convulsionadas tierras mexicanas.
El
domingo 14 de febrero de 1999 Pablo Salazar Mendiguchía hizo pública su
decisión de participar en la contienda electoral por el gobierno de Chiapas.
Ese mismo día convocó a todos los chiapanecos a formar parte de esta empresa
política, para lo cual propuso un plan de acción de 500 días hacia la esperanza.
¿Por
qué 500 días? Porque del domingo 14 de febrero de 1999, fecha en que anunció su
decisión de querer ser el primer gobernador de Chiapas del nuevo milenio, al
miércoles 28 de junio del año 2000, último día en que legalmente se podrá hacer
labor proselitista, hay 500 días efectivos de campaña.
Por esa
razón en Soyaló, su pueblo natal, Pablo Salazar exhortó a los chiapanecos a recorrer juntos 500 días
hacia la esperanza.
A
continuación se transcribe textualmente la parte del discurso de Soyaló que
hace referencia al plan de acción político:
Desde
aquí convoco a todos los chiapanecos:
Primero. A diseñar un programa de gobierno para
construir un mejor porvenir para Chiapas que nos permita vivir en completa paz
y armonía.
Propongo
un programa de esperanza que tenga como característica original la propia
singularidad de la distribución territorial de Chiapas el cual se integre con
planes regionales elaborados por los pobladores de cada una de las regiones que
conforman el estado.
Propongo
también, que la elaboración del programa
de la esperanza parta de las
siguientes premisas:
Contar
con un proyecto de futuro que cree las condiciones para el renacimiento de
Chiapas y para el crecimiento sustentable de su economía.
Es
impostergable el bienestar de los chiapanecos y no debe seguir construyéndose a
expensas de la marginación, opresión y olvido de la mayoría.
Es
necesario y urgente distribuir equitativamente los beneficios del desarrollo y
del crecimiento económico de la entidad.
Es
preciso reconocer que así como existen reclamos sociales auténticos, hay
también intereses constituidos que son legítimos, y es inexcusable que
respetemos escrupulosamente tanto los derechos sociales como los derechos
individuales.
Ninguna
fuerza política, social o económica por sí sola, debe abrogarse el derecho de
gobernar al estado excluyendo a las demás ni pueda conculcar los derechos y
garantías de los individuos.
La
continuidad indefinida de la inestabilidad política y social afecta a todos los
chiapanecos por lo que resulta urgente construir una salida pacífica viable al
actual conflicto armado que hay en Chiapas.
Para
hacer posible este programa de
esperanza propongo los
siguientes puntos:
Fortalecer
nuestra mexicanidad chiapaneca con una nueva relación con el gobierno federal
que nos permita recuperar los procesos de conducción de la política y de los
instrumentos económicos del gobierno.
Reformar
y crear leyes en las que todos se reconozcan y todos reconozcan.
Reformar
la estructura de gobierno con un sentido austeramente republicano, en donde se
manejen con transparencia los recursos del estado y se democratice la
asignación de la obra pública.
Convocar
a todas las organizaciones civiles y no gubernamentales, a mujeres y jóvenes,
para que constituyamos un gobierno horizontal e incluyente.
Implementar
con todos los interesados nuevos programas sobre educación, justicia, comunicación,
desarrollo agropecuario, entre otros, que se requieran para el bienestar de los
chiapanecos.
Segundo. Intensificar la realización de
encuentros que nos permitan construir una nueva alianza que haga posible la
puesta en práctica del programa de la esperanza.
Tercero. Promover reformas al Código
Estatal Electoral y a la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de
Chiapas para homologar las fechas de la elección local con las federales y para
incorporar a esos cuerpos jurídicos los avances de la legislación nacional, de
modo tal que la elección de gobernador sea el resultado de un proceso legítimo
e incuestionable.
Cuarto. Impulsar la generación de un amplio
movimiento social a favor del cambio en todas las regiones del estado.
Quinto. Crear comités electorales en los 24
distritos, 111 municipios, 1929 secciones y, de ser posible, en las poco más de
20 mil localidades que hay a lo largo y ancho de todo el territorio estatal.
Sexto. Promover el empadronamiento juvenil,
la actualización de la credencial de elector y el ejercicio pleno del voto de
todos los ciudadanos.
Séptimo. Organizar una reunión de delegados de
todo el estado de Chiapas, el viernes 2 de julio de 1999, con el objeto de
discutir el programa de gobierno y elaborar el plan de la marcha de los 365 días hacia la
victoria.
Estas
tareas y otras, que en el camino se incorporen, son las que juntos, paisanos y
amigos, habremos de realizar en las próximas semanas. Si contamos los días
parecen muchos, si contamos las tareas, los días son pocos.
Hoy,
comenzamos la construcción de un nuevo esfuerzo colectivo, incluyente, amplio,
generacional, sin precedente, para devolver a los chiapanecos, lo último que un
gobierno puede quitarle a su pueblo: el derecho a la esperanza.
Pablo
Salazar Mendiguchía
Senador
de la República