Chiapas: Un camino diferente.
Villaflores, Chiapas;
8 de mayo de 1999.
Discurso
pronunciado por el Senador
Pablo
Salazar Mendiguchía, de ruptura para
construir
la Alianza, donde declara públicamente
su
renuncia al Partido Revolucionario Institucional
y ser
Senador Independiente
Paisanos
y paisanas:
Con afecto respiro con ustedes el
aire cálido de esta tierra. Saludo a los frailescanos y cuxtepecanos, hombres y
mujeres del campo y la ciudad, que han hecho de los estribos de la Sierra Madre
de Chiapas un suelo digno para vivir y
producir con el trabajo arduo de cada día. Les expreso mi agradecimiento a los
hombres y mujeres de los municipios de Villaflores y Villacorzo, que con sus
nombres rinden honor al educador fray Víctor María Flores y al liberal don
Ángel Albino Corzo; y a los del municipio de la Concordia cuyo nombre nos
recuerda la necesidad que tenemos de reencontrar el valor de la convivencia
para vivir en paz y armonía, sin exclusiones de ninguna clase.
Saludo muy especialmente a los
amigos maiceros, a los productores de café, a los ganaderos, pescadores,
transportistas, comerciantes, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres de aquí y
de los distintos municipios de la Costa, el Soconusco y Los Altos, del Centro y
del Norte de nuestra geografía que solidariamente vinieron a este evento para acompañarme
en uno de los actos más importantes de mi vida. A todos les agradezco el
esfuerzo por estar aquí.
Especialmente expreso mi gratitud a
todos los que hicieron posible la realización de este acto; a quien nos prestó
el terreno, a los que proporcionaron el transporte, a los que donaron el
combustible, a los que regalaron animales para dar de comer a tanta gente; a
los que nos facilitaron el sonido, a todos sin excepción, los que pusieron su
servicio, talento y tiempo, la mejor inversión que puede hacerse cuando se cree
en una causa. Muchas gracias.
Ustedes saben por experiencia
cotidiana las difíciles condiciones que enfrentan los sectores productivos de
Chiapas, resultado de la política económica del régimen. Los aquí reunidos
conocemos que hoy a pesar de trabajar más los beneficios económicos son menos.
Esta triste realidad se explica por la confluencia de muy diversos factores
(locales, regionales, nacionales y mundiales), los cuales agudizan el entorno
adverso que ya de por sí, históricamente, ha sido contrario a los productores
agrícolas, ganaderos y pesqueros. Mientras la naturaleza ha sido pródiga con
los chiapanecos, la estructura económico-política se ha caracterizado por su
capacidad para depredar los recursos de todos. Sí, la nuestra es una tierra
rica con un pueblo pobre.
Ustedes conocen de primera mano que
la situación en el campo es crítica, lacerante. Nuestro cultivo y alimento
principal, el maíz, atraviesa por una coyuntura productiva, económica y
comercial muy desfavorable. Los sembradíos de maíz son los que más superficie
agrícola ocupan en nuestro estado; es el sustento, casi único, de la mayoría de
las familias rurales y su valor cultural supera con mucho su valor en el
comercio. A la crisis estructural del campo hay que agregar la decisión
gubernamental que terminó con la Conasupo, organismo que si bien no es un
ejemplo de eficiente y honesta administración de una empresa pública, de todas
maneras sirvió de apoyo y cobertura a los campesinos para obtener una mejor
paga al comercializar el maíz.
El caso del café, tan fundamental
para Chiapas porque de su cultivo dependen directamente más de cien mil
familias, igualmente mantiene encendida una luz roja. Los productores y
exportadores llegan a la competencia mundial cafetalera en condiciones
adversas. Mientras los gobiernos de los principales países productores de café
tienen políticas claras para apoyar permanentemente al sector, en México
enfrentamos burocratismo y falta de una visión a largo plazo en las instancias
oficiales encargadas de coadyuvar e impulsar el ciclo
producción-comercialización del café. Lo que el gobierno quiere hacer con este
sector no es lo que los productores están pidiendo; ellos demandan una política
integral para el café, que incluya capacitación, asistencia técnica,
financiamiento oportuno para la producción y comercialización con intereses
blandos, una política de fomento, no asistencialista y apoyo a la
infraestructura eléctrica y carretera. Hay que hacerles caso.
La situación que vive la ganadería
también es alarmante, agravada por las pérdidas ocasionadas por las intensas
lluvias en algunas zonas ganaderas el año pasado. El 95 por ciento de esta
actividad es de tipo extensivo, una forma caduca y poco productiva para obtener
buenos resultados en la crianza de ganado. Las condiciones tecnológicas,
sanitarias, alimentarias y comerciales tendrían que transformarse drásticamente
para que el potencial ganadero de Chiapas se aproveche de una manera amplia.
Esto sólo será posible con unidad, organización y trabajo por parte de los
ganaderos y el acceso a nuevas tecnologías en el ramo. Por su parte a las
autoridades corresponde garantizar la seguridad de las inversiones, atender los
reclamos sociales auténticos y hacer respetar los intereses legítimamente
constituidos.
Las cuantiosas inversiones para
obtener petróleo y energía eléctrica en Chiapas no sólo no aportaron
sustanciales mejoras y beneficio a la economía del estado, sino que ambas
industrias han venido a constituirse en injertos que lesionan a los centros de
población cercanos a presas hidroeléctricas o pozos petroleros. A esta relación
de problemas podría agregarse aquellos derivados de nuestra condición de ser
una entidad fronteriza, como la migración centroamericana; el creciente
narcotráfico o aquellos venidos desde las entrañas de nuestro rezago histórico:
el analfabetismo, alto crecimiento demográfico, el racismo que no se atreve a
decir su nombre, la pobreza y la carencia de una infraestructura moderna.
La insatisfacción permanente de los
chiapanecos por la forma en que se aplican las políticas en nuestra entidad,
particularmente en el campo, del que depende de manera sustancial nuestra
economía, ha sido un sentimiento que he recogido para transformarlo en denuncia
y propuesta, las cuales, lamentablemente, no han encontrado eco en la visión
centralista que se tiene de Chiapas.
He sostenido y mantendré una actitud
de propuesta constructiva. Creo firmemente en la libertad de conciencia. En
ejercicio de ella he sido un priísta identificado con los principios sociales
que emanan de nuestra Constitución. También en ejercicio de mi libertad de
conciencia he mantenido puntos de vista que no comparte la visión más atrasada
del PRI. Mi divergencia ha sido pública y está documentada.
Consciente de que mi lugar en el
Senado se debe a la voluntad de ustedes, he dedicado mi tiempo a ser
representante popular y no funcionario del Ejecutivo. Convencido de que una de
las deudas de nuestro sistema es el fortalecimiento de la división de poderes,
he luchado junto con otros por un poder legislativo fuerte y autónomo.
Fortaleza y autonomía para hacer efectiva una relación equilibrada entre los
poderes, cuya función sea acotar las enormes facultades concentradas en el
Ejecutivo y que éste represente genuinamente los intereses de los mexicanos.
Por lo mismo, en varios asuntos he ido a contra corriente de la línea oficial
de la fracción senatorial a la que pertenezco. En esos momentos he considerado
que mantener mi autonomía ha representado privilegiar los intereses de los chiapanecos,
en lugar de favorecer una política reacia en comprender los estragos que su
aplicación tiene para nuestra sociedad en su conjunto.
Desde su fundación y hasta hace casi
tres meses pertenecí a la Comisión de Concordia y Pacificación. Si renuncié a
ella fue porque al iniciar mis actividades para contender por la gubernatura de
Chiapas entendí que éstas son incompatibles con las tareas de coadyuvancia en
el proceso de paz, y no deseaba confundir las tareas de pacificación con las
electorales. Sin embargo, he reafirmado mi compromiso de buscar la paz por
otros medios y de contribuir en mi nueva responsabilidad a conseguirla.
Con el Grupo Galileo hemos dado
importantes batallas por dignificar la vida del Senado y por incidir en la
democratización de la vida interna del PRI. En la elección de la nueva
dirección nacional de este partido, la mayoría de los integrantes del Grupo
Galileo participamos impulsando otra fórmula con la inclusión de mi compañero
José Luis Soberanes. La respuesta fue una feroz ofensiva desde el propio
partido para descalificar la fórmula y desalentar su participación. Las
condiciones de inequidad en la competencia, la forma tan desaseada como se
instrumentó la vieja cargada, concluyó con el retiro de mis compañeros, y a la
vez confirmó la falta de voluntad por modificar los procedimientos de mi
partido frente a su última llamada.
Mis diferencias con el PRI son cada
vez más profundas, se agudizaron a partir de que la cúpula priísta del estado
intentó expulsarme en el mes de noviembre pasado por instrucciones del
Gobernador. Este frustrado intento de la dirección estatal, más que
preocuparme, me gratificó política y moralmente porque en política tan
importante es con quiénes se coincide como de quiénes se disiente. Disentir de
la actual directiva estatal priísta, carente de autonomía y huérfana de ideas,
es una acción que me honra.
Las agresiones, sin embargo, no
concluyeron con la intentona de expulsión; se han intensificado a partir de
que, el 14 de febrero, en mi pueblo Soyaló, anuncié mi legítima aspiración de
ser el primer gobernador del nuevo milenio. En semanas recientes, desde
espacios identificados con el poder ejecutivo estatal, se ha enderezado una
campaña de hostigamiento hacia mis simpatizantes y representantes en distintas
zonas del estado. Ocurrió claramente en Comitán, lo hicieron en Ocosingo y lo
intentaron recientemente en la Costa del estado, sólo por ser parte de nuestro
proyecto.
Hacemos la denuncia, pero también
animamos a nuestros seguidores a resistir con organización y dignidad los
embates de quienes creen que todos y todas tienen un precio. Se van a
sorprender cuando descubran que una nueva conciencia social está resurgiendo,
la de la generación del cambio a la que ustedes y yo pertenecemos. Por esta
razón, lejos estoy de caer en las trampas de la mercadería política; nada les
ofrezco a cambio de su apoyo, solamente la esperanza de que nuestro horizonte
será distinto si trabajamos con valor y juntos para construirlo.
Amigas y
amigos chiapanecos:
En las distintas posiciones que he
desempeñado, a lo largo de 26 años, tanto en el partido como en tareas de
gobierno, he realizado mis mejores esfuerzos por democratizar la vida de las
instituciones; es mucho lo que he dejado de hacer y frente a las reclamos de la
sociedad, es insuficiente y modesta mi aportación, la que refiero sucintamente:
Como Subprocurador de Justicia
impulsé un proceso de humanización cuando todavía en Chiapas era incipiente la
cultura de los derechos humanos. Promoví la cancelación de procesos penales a
favor de quienes purgaban excesivas e injustas penas por pobreza o por
ignorancia.
En la Secretaria de Educación y
Cultura del Estado operé el primer examen de oposición para definir, mediante
ese método, la asignación de plazas a maestros normalistas egresados de
nuestras escuelas. Ese procedimiento fue avalado por maestros, alumnos,
sindicato y por la opinión pública.
Como Vocal Ejecutivo del Instituto
Federal Electoral, participé en la dignificación y autonomía del órgano y
renuncié públicamente al cargo cuando recibí la consigna de instrumentar, con
toda anticipación, el fraude electoral en el proceso que me correspondería
actuar como autoridad.
En la Secretaría de Gobierno inicié
el modelo de ciudadanización de los procesos electorales en el estado, el nuevo
código y las nuevas autoridades. Participé en un esfuerzo político por separar
al partido y al gobierno. Cancelé la red gubernamental que conectaba al PRI con
el Palacio de Gobierno e inicié la recuperación de instalaciones públicas que estaban
en poder de ese partido.
Privilegié, en esa Secretaría, el
diálogo y la conciliación durante la administración para la que trabajé; como
resultado de esa actitud, no se derramó, con cargo al estado, ni una sola gota
de sangre, por eso he dicho con plena seguridad, que tengo las manos limpias.
Ya como Senador de la República, en
un hecho sin precedentes, impugné públicamente el proceso antidemocrático por
virtud del cual se eligió al líder de la fracción parlamentaria, y propuse uno
nuevo y diferente.
Hasta aquí todo lo que he afirmado
está debidamente soportado frente a la opinión pública. Aunque lo logrado es
mucho menos que el objetivo deseado, y a pesar de haber cometido errores, debo
decirles que no tengo absolutamente nada de que avergonzarme, tanto en mi
actuación pública como en mi vida privada.
Al hacer frente a ustedes un balance
de mi actuación pública he llegado a la conclusión, en la medida que pasan los
días, que es cada vez más lo que me aleja que lo que me une al PRI. Dejo
constancia de que he realizado mi mejor esfuerzo, he dado la pelea junto a
otros por mejorar lo que tanto nos ha costado a todos y que tanto bien le hizo
al país en su momento doloroso de tránsito, de un país de caudillos a uno de
instituciones.
Hoy veo con preocupación que hay una
peligrosa involución, un lamentable regreso a la época de los viejos caciques
políticos regionales, encarnados ahora en la figura de algunos gobernadores que
se comportan como dueños de la cosa pública y como amos del partido. Ese es el
caso de Chiapas, que suma a sus viejas y nuevas penurias, la de padecer un
gobierno que ejerce el poder con un sentido personalista y con una concepción
patrimonialista del más viejo cuño.
La gota que ha derramado el vaso de
miles de priístas en nuestro estado, tiene que ver con el bochornoso
espectáculo que en días pasados nos obsequió el gobierno local en complicidad
con la dirección del PRI, con motivo de la visita a Chiapas de José Antonio
González Fernández.
La operación consistió en engañar,
en hacer creer al presidente del partido (propósito no alcanzado hasta donde
conozco) que el candidato del gobernador es el candidato por unanimidad de
todos los chiapanecos. El gobernador Roberto Albores quiere hacer pasar por
voluntad popular su voluntarismo personal, con la esperanza de que embone su
aventura con la decisión que se tome en Los Pinos.
Con su actitud, Albores ha cancelado
las mínimas posibilidades de tener por primera vez, en Chiapas, un proceso
democrático; ha cerrado los espacios políticos y ha desatado las amarras de
muchos que creíamos ingenuamente en una elección interna ejemplar. Si Albores
esta dispuesto, al precio que sea, a imponer su candidato presidencial a los
chiapanecos, con más razón buscará a toda costa imponer sucesor en el gobierno.
Esta confrontación de concepciones y
prácticas políticas, así como las visiones opuestas de nuestra realidad con los
gobiernos emanados del PRI, ha llegado ya a su límite. Por estas razones, el
día de hoy, en este preciso lugar, rodeado de amigos y simpatizantes, he
decidido hacer pública mi determinación de optar por un camino diferente.
Ante ustedes anuncio, desde el
corazón de la frailesca, que he decidido poner fin a una militancia de 26 años
en el Partido Revolucionario Institucional. Una vez más, a plena luz del día,
de cara a la sociedad quiero anunciarles mi irrevocable decisión de:
Renunciar al Partido Revolucionario
Institucional;
Declararme Senador Independiente;
No afiliarme a ningún partido
político, en aras de un proyecto de unidad. En esta condición buscaré sumarme a
todas las fuerzas que desean un nuevo rumbo para Chiapas, e
Intensificar los contactos con los
partidos y organizaciones que integrarán la Coalición Opositora para un nuevo
gobierno de transición democrática en el año 2000.
Mi no afiliación partidista busca
que al no ser particularmente de nadie entonces pueda ser de todos los que
creen en la factibilidad y necesidad de coincidencias programáticas para sacar
a Chiapas de la crisis en que se encuentra inmerso. Por esta razón mi renuncia
al PRI es un no rotundo al continuismo que ha sumido a nuestro estado en la
marginación económica y política. Pero al mismo tiempo es un sí abierto y firme
a la construcción de una candidatura ciudadana, en la que se sientan
representados los más variados integrantes del mosaico social chiapaneco.
Manifiesto con esperanza mi intención de presentarme a los procesos necesarios
que designen las fuerzas de una amplia coalición para elegir al candidato que
vaya a representarla en las próximas elecciones para gobernador de nuestra
entidad.
Soy consciente de que en Chiapas
tenemos una rica herencia de lucha social. Nuestra gesta, que hoy damos a
conocer, quiere nutrirse del legado vivo que variadas fuerzas, organizaciones y
personajes han ofrendado para el bien de todos nosotros. La esperanza a que
llamamos ha sido vislumbrada por otros y otras en distintos momentos de la
agitada historia chiapaneca. Nuestro movimiento pretende ser un crisol donde se
funden los aportes históricos y actuales para lograr el cambio democrático en
esta entidad.
Hemos convocado a esta reunión para
compartir una decisión que muchos de ustedes ya habían considerado previsible:
la renuncia colectiva al Partido Revolucionario Institucional. Es una decisión
largamente reflexionada, no súbitamente improvisada. Es una determinación
colectiva, no personal. Es una necesidad, más que una alternativa.
A ustedes les consta. No nos dejaron
otro camino. Es una decisión forjada a golpes de agravios. Cuando propusimos
innovar las prácticas políticas del PRI, obtuvimos por respuesta la diatriba y
el insulto. Cuando impulsamos una alternativa de paz para Chiapas, se nos trató
como rebeldes. Cuando disentimos de la manera como se gobierna a este pueblo
grande y noble, se nos pretendió linchar en la plaza pública. Nos vamos del
PRI, porque en este partido no hay lugar para nosotros.
No se tolera la crítica
constructiva. No se acepta el derecho a disentir. No se permite la imaginación,
el diálogo o la tolerancia. Cuando ingresamos a este partido que hoy dejamos,
lo hicimos con la convicción de que era la mejor opción. Que era la organización que durante muchos
años se propuso interpretar el sentimiento nacionalista del pueblo mexicano y
sus esperanzas de libertad, democracia y justicia social. Hoy, todo eso, ha quedado atrás.
Como yo, y otros que se han ido,
somos muchos ya, quienes preferimos retirarnos antes que continuar legitimando
lo que no tiene juicio ni concierto en la ruta de un desorden que acusa una
grave falta de autocrítica y coloca al interés personal, que a fin de cuentas,
siempre será mezquino, por sobre el interés de grupo y de Nación.
Renunciamos a un partido que se
niega a posibilitar un gobierno sustentado en la democracia y la pluralidad,
pero que sobre todo procede a cada instante soslayando la unidad y la
participación ciudadana. Renunciamos porque queremos ser congruentes con lo que
pensamos y hacemos. Renunciamos porque nuestro proyecto político es de Nación,
porque antes que legítimo interés personal, está el de las mayorías.
Renunciamos porque reafirmamos los principios y valores de la política como
instrumento de cohesión social y para servir a los demás. Renunciamos porque no
fue posible convencer desde adentro que el cambio es irreversible y que en
Chiapas, particularmente, ya no se puede postergar más la transformación negada
por décadas. Renunciamos porque no aceptamos someternos ni arrodillarnos a la
mezquindad y al avasallaje de un estilo de gobierno en el estado que carece de
autoridad moral y de legitimidad.
Nuestra renuncia no sólo se trata de
disentir para reencauzar orientaciones y propósitos. Son día y hora de un corte
final, de un deslinde radical para demandar un nuevo rumbo político y
gubernamental para Chiapas y para México, pues en ambos contextos, alentamos el
cambio político y social por el que luchamos los mexicanos.
Sé también que en mi salida y en la
de mis compañeros, los comprometidos con las causas y efectos del cambio, habrá
de todo, que se incrementarán los ataques, las descalificaciones y, por supuesto,
las calumnias. Esto lo digo, desde la experiencia vivida por los hoy
gobernadores Cuauhtémoc Cárdenas, de la Ciudad de México; Ricardo Monreal
Avila, de Zacatecas; Alfonso Sánchez Anaya, de Tlaxcala y Leonel Cota Montaño,
de Baja California Sur. La vivencia de estos luchadores me alienta y anima a
enfrentar lo que venga, porque el cambio vale la pena.
El PRI ha apostado a que solo puede
seguir gobernando a Chiapas y ganar las próximas elecciones. Cifran su cálculo
en la seguridad que tienen de que no habrá alianza opositora, de que cuentan
con recursos económicos ilimitados para apoyar a sus candidatos y de que tiene
los instrumentos para confundir permanentemente a la opinión pública y para
desacreditar a cualquier dirigente político o social que se le oponga.
Yo apuesto a favor de la gente y a
favor de la responsabilidad de las fuerzas de oposición para llegar a acuerdos
que permitan vencer esa pretensión. Yo apuesto a favor de una política fundada
en la verdad, en los compromisos serios y en un respeto verdadero hacia los
ciudadanos, hacia las organizaciones no gubernamentales y hacia las comunidades
de Chiapas y del país.
Chiapas necesita una nueva manera de
hacer política. Demanda que haya elecciones libres e imparciales. Chiapas
necesita enfrentar de manera resuelta la corrupción y evitar que los fondos
públicos sean utilizados como si se tratara de cuentas privadas. Chiapas
necesita tomar en consideración a todos los sectores y no a unos cuantos,
porque si ha de restablecerse la paz y reconciliarse el estado, tendremos que
establecer garantías para ganaderos, comunidades indígenas, empresarios,
priístas y opositores, para los creyentes de todas las religiones y para los
que no creen en ninguna, y tendremos que darle a los jóvenes y a las mujeres el
lugar y el respeto que se merecen.
Estar comprometido con el Estado de
Derecho no es usar la ley en contra del pueblo; es enseñar al pueblo a respetar
la ley mediante el ejemplo de un gobierno que la respeta. Estar comprometido
con la democracia, no es sólo hablar a favor de ella o incluso reducir las
ventajas de su partido en las elecciones; es ir con la frente en alto para
conocer el veredicto de los ciudadanos y, desde el gobierno, gobernar con todas
las fuerzas políticas y no como representante de una facción. Comprometerse con
la justicia no es utilizar los recursos federales y estatales para hacer
programas sociales que sólo tienen un propósito de clientelismo político, que
sólo engrosan las bolsas de los funcionarios y de sus favoritos; es cambiar las
prioridades del gobierno para mejorar la alimentación, la educación, la salud,
la justicia, la vivienda y la protección del medio ambiente, de forma tal que
se beneficie más quien tiene menos.
En Chiapas se presentó en 1994 un
grave problema. Unos lo quisieron interpretar como si se tratara de una mera
conspiración y que, por lo tanto, tendría que ser reprimida. Otros, más allá de
la rebelión y de los métodos de lucha con los que no coincidimos, lo vimos como
la expresión de problemas sociales, culturales y políticos mucho más profundos
que requerían para su solución de cambios verdaderos.
Porque creo en la paz y en los
métodos pacíficos, porque creo en la ley y en el respeto a los derechos de los
ciudadanos, estoy convencido de que la manera como el gobierno ha enfrentado el
conflicto, en los últimos años, en vez de arreglarlo, lo ha complicado. Pero el
conflicto, desde luego que tiene solución. Y la solución está en hacer un
gobierno que respete los derechos de todos los ciudadanos y eso ¾todos lo saben¾ no existe en Chiapas. Ese es el gobierno que me propongo
construir. Ese es el gobierno que voy a construir con el apoyo de todos los
ciudadanos que aspiran a una estabilidad duradera en nuestro estado.
Suscribo
la propuesta de la Alianza Nacional
Opositora de los partidos y organizaciones para las elecciones del 2000. A
todos ellos, y a todas las fuerzas de la sociedad civil comprometidas con el
cambio democrático, y también a todos los priístas que ya no están de acuerdo
con las formas antiguas de hacer política, les propongo la conformación de la
Alianza Ciudadana por la Dignidad, la Gobernabilidad, y la Soberanía de
Chiapas. Desde esta tribuna llamo a toda la ciudadanía a conformar los Comités
de la Alianza Ciudadana en los barrios y colonias, en los gremios y sectores,
en los municipios y las regiones.
Hoy,
aquí, en Villaflores, se refuerza la esperanza del cambio en Chiapas. Estoy
seguro que ello contribuirá a fortalecer la esperanza de una victoria opositora
en el 2000 y de un cambio en la forma de hacer política en nuestro país. Sé que
de ese tamaño es la decisión que hoy, mis compañeros y yo hemos decidido tomar.
Soy
un convencido de los valores de la civilidad y la democracia, por eso quiero
trabajar con todos los chiapanecos que crean en la posibilidad de la
reconciliación y la convivencia; en el respeto a la diferencia y a la
tolerancia, no en la imposición de la sola voluntad desde el poder.
Tenemos
muchas tareas que realizar en los siguientes días. Seguiremos recorriendo las
comunidades, promoviendo la conformación de los Comités de la Alianza Ciudadana
para que discutan temas y problemas que posibiliten el diseño de un programa
que reivindique las propuestas fundamentales de ciudadanos, sectores y
regiones. Nos interesa encontrarnos con las dirigencias y bases de los partidos
políticos que compartan la idea del cambio, con las organizaciones, grupos
civiles y ciudadanos representativos de la vida económica, social y cultural
que nos permitan identificar los elementos esenciales coincidentes para
construir la nueva alianza que posibilite el cambio en la Sierra, en Los Altos,
en los Valles, en la Costa, en el Soconusco, en la Frontera, en el Norte y en
el Sur de Chiapas. Los animo a que multipliquen por todas partes reuniones
impulsoras de la candidatura ciudadana que hoy les anuncié. Es imprescindible
el trabajo entusiasta en todos los municipios, forjemos el triunfo en cada
localidad. Convenzamos cara a cara a nuestros conciudadanos de la enorme fuerza
que tiene una convicción organizada. Me queda claro que esta tarea sólo es
posible con el consenso y participación decidida de todos ustedes. Muchas
gracias, y abramos de par en par las puertas a la esperanza.