Compromiso con Tenejapa: Un Chiapas incluyente y tolerante.

2/12/2015 06:44:00 a. m. 0 Comments

Tenejapa, Chiapas;
15 de julio de 1999.

Discurso pronunciado por el
Senador Pablo Salazar Mendiguchía,
el día 15 de julio de 1999, en Tenejapa, Chiapas.

Amigos y amigas de Tenejapa:

Es motivo de gran alegría para mí estar hoy con ustedes y poder saludarlos. Me siento honrado por su presencia y agradezco de todo corazón el esfuerzo que han realizado para estar en esta reunión.

No es la primera vez que estoy en Tenejapa. Tengo la satisfacción de haber compartido con muchos de ustedes muy gratos momentos en este hermoso lugar. Además, aquí viven y de aquí son originarios grandes y entrañables amigos míos, entre ellos, el único gobernador indígena que ha tenido Chiapas: Javier López Moreno.

Vengo hoy a Tenejapa a compartir con ustedes, amigos y amigas de esta cabecera municipal y de otros poblados y municipios de la región que están aquí presentes, mis preocupaciones, ideas, sueños y esperanzas sobre el presente y futuro del estado y en especial de sus comunidades indígenas. 

Chiapas vive desde hace cinco años y medio una muy difícil situación política y social.

La razón todos la conocemos: el estallido de una rebelión indígena y la prolongación de un conflicto, que más allá de lo que la retórica oficial nos quiere hacer creer, nos tiene sumidos a los chiapanecos, particularmente a los indígenas, en una condición de permanente enfrentamiento y polarización social.

Las secuelas todos las padecemos, sobre todo los indígenas: división de familias, comunidades, grupos étnicos y sectores sociales; cuando no, violencia y muerte.

Las causas del levantamiento, que el gobierno se empeña en negar y que otros quieren echar al olvido, están a la vista: las difíciles condiciones en que vive la absoluta mayoría de los chiapanecos, en especial los indígenas.

Estas son también las razones de la inconformidad que reproducen sin cesar innumerables conflictos sociales a lo largo y ancho de la entidad; que mantiene en tensión permanente a la sociedad chiapaneca y en preocupación constante a la opinión pública nacional e internacional.

Durante cuatro años la Comisión de Concordia y Pacificación, de la que yo formaba parte, trabajó y puso todo su empeño en encontrar fórmulas que hicieran posible la firma de un acuerdo de paz con justicia y dignidad. Cuando parecía que habíamos dado un primer paso en esa dirección, el gobierno, que ya había comprometido su palabra y su firma en los llamados Acuerdos de San Andrés, intempestivamente se echó para atrás.

Ahora, lejos de que el gobierno tome decisiones para que las cosas mejoren, la situación política y social se complica cada día más.

Chiapas lleva ya demasiados años sumergido en esta situación. ¿Cuánto tiempo más tendremos que vivir los chiapanecos así? ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que los encargados de encontrar una solución decidan poner en marcha un verdadero y serio proceso de pacificación? ¿Es conveniente que sigamos dejando en manos de irresponsables el futuro de nuestro estado? ¿No es ya momento que los ciudadanos, las comunidades, las organizaciones, asumamos juntos la decisión de conducir a Chiapas hacia un mejor destino?

Yo creo que ha llegado el momento que entre todos tomemos en nuestras manos la conducción del gobierno de Chiapas. Tenemos que hacerlo para poder sentar las bases que hagan posible la implementación de una verdadera política de paz desde el gobierno estatal.

Y es que desde hoy en adelante, dentro y fuera de Chiapas, quienes estemos realmente a favor de la paz debemos tener muy claro que la pacificación de Chiapas no es un problema solo de solidaridad o de simplemente dejar testimonio de una posición política, sino que es un asunto que pasa por la plena autodeterminación del pueblo chiapaneco; es decir, es un asunto de soberanía popular.

Dicho de una forma más clara: para conseguir la paz en Chiapas es necesario ganar el gobierno del estado.

Una segunda conclusión a la que llegué después de cuatro años intentando ayudar  desde el Senado a la pacificación es que el PRI no quiere ni busca construir la paz en Chiapas. Se los dice alguien que fue del PRI, que vivió desde adentro las negociaciones de San Miguel y de San Andrés y que ha dado a conocer en muchos foros y medios de comunicación los detalles del proceso pacificador.

Una tercera conclusión que saqué es que el PRI no está a favor de los derechos de los indígenas. En las mesas de negociaciones regateó todo lo que pudo, en las oficinas gubernamentales evadió compromisos y en el Congreso de la Unión incumplió su palabra. Los Acuerdos de San Andrés y la iniciativa de la Cocopa son una deuda más del PRI y su gobierno con las comunidades y pueblos indígenas de Chiapas y de México.

Los resultados de esa política han sido terribles. Desde 1995 la incompetencia y sumisión de los sucesivos gobiernos estatales del PRI han logrado que la situación de las comunidades indígenas empeoren día con día. La política del gobierno federal de alargar las negociaciones para cansar a sus adversarios no han hecho más que prolongar el sufrimiento indígena por hambre, enfermedad y violencia. Por si esto fuera poco, la presencia de miles de soldados y la implementación de operativos policíacos han modificado la forma de vida de las comunidades indígenas.

Estas y otras razones que he expresado en otros actos, en particular en los celebrados el 14 de febrero en Soyaló y el 8 de mayo en Villaflores, me llevaron a emprender la campaña por la gubernatura del estado de Chiapas y a romper con el partido al que pertenecí por muchos años.

Ya no pertenezco a ningún partido. Ahora soy senador independiente y candidato a gobernador impulsado por un movimiento cívico que se ha puesto como una de sus primeras metas constituir una alianza político electoral en la que estén representados todos los partidos, organizaciones y ciudadanos que están por el cambio y por mejores condiciones de vida para todos los chiapanecos.

Se preguntarán ustedes ¿Por qué una alianza electoral? ¿Qué tiene de bueno una coalición? ¿Qué se puede lograr con ella?

En primer lugar quiero decirles que ninguna fuerza política por sí sola puede gobernar el estado de Chiapas. Además, en las elecciones de 1994 y en algunas posteriores, la suma de los votos de todos los partidos de oposición ha rebasado la votación del PRI.

Los partidos de oposición por su parte no han acreditado en las urnas contar con una mayoría electoral por sí solos. Por otro lado, existen miles de ciudadanos y cientos de organizaciones que no se sienten representados o que no forman parte de los partidos políticos que cuentan con registro electoral o que simplemente no votan.

La idea de crear una alianza o coalición electoral es que sumados los votos de todos los partidos de oposición, los de los ciudadanos sin partido, los de los electores que no votan y los de los ciudadanos que como yo se salgan del PRI o no voten más por ese partido, se puede obtener una cómoda ventaja electoral en las próximas elecciones de gobernador que se celebrarán el año 2000.

A eso vengo hoy aquí, a proponerles que se incorporen a esta alianza, a que formen parte de los sueños y esperanzas de miles de gentes que en otros rincones del estado están construyendo un nuevo y mejor futuro para todos los chiapanecos.

El acto del día de hoy aquí en Tenejapa tiene un triple significado para esta coalición de la esperanza.

En primer lugar este encuentro representa un ejemplo palpable de la repercusión que ha tenido la política unitaria que correctamente hemos seguido los partidos y fuerzas que estamos construyendo esta alianza.

En segundo lugar, es una muestra del debilitamiento paulatino de la presencia y fuerza electoral del partido oficial en las zonas indígenas. En esto por supuesto ha repercutido la burda utilización del PRI de las necesidades de las comunidades en los procesos electorales, que ha lesionado su dignidad y ha quebrado la confianza que los indígenas aun tenían en ese partido. Pero también es el resultado de los desgajamientos que nuestra campaña está provocando en las filas del priísmo.

Y en tercer lugar, este encuentro tiene una gran importancia porque representa una gran oportunidad para trazar algunas líneas programáticas de lo que a mi entender formará parte del trabajo de confección de un nuevo contrato social fundado en la pluriculturalidad del estado de Chiapas.

Hoy que me encuentro aquí reunido con ustedes, una amplia representación indígena, que he escuchado sus palabras y sentido sus corazones, quiero, si me lo permiten, hacerles unas propuestas que creo pueden contribuir a sentar las bases de una nueva relación entre el gobierno que aspiramos construir y los pueblos indios.

 Propongo que el nuevo gobierno inicie esa relación a partir de:

1. Reconocer la diversidad cultural del pueblo chiapaneco y la importancia y la necesidad de respetar y sentar las bases para la convivencia pacífica entre los diferentes, sean estos indios o mestizos, mujeres o hombres, católicos o protestantes, jóvenes o viejos, blancos o morenos.

Necesitamos aprender a ver con respeto a los hombres y a las mujeres que son diferentes a nosotros, a reconocer la igualdad de derechos de los otros, como lo es el derecho a profesar cualquier fe, a expresar todo tipo de manifestaciones culturales, a hablar cualquier lengua, como base sólida de una verdadera reconciliación. No hay que olvidar que en Chiapas la diversidad y las diferencias han sido utilizadas como armas para dividir y enfrentar a los chiapanecos.

2. Emprender un proceso de atención creciente a la problemática indígena en el conjunto de la administración pública; es decir, que todas las instituciones del gobierno deberán contar con acciones específicas para atender los problemas de la población indígena. Se promoverán acciones para que los poderes legislativo y judicial hagan lo mismo. En consecuencia, no existirá la secretaría de asuntos indígenas.

3. Sustituir las funciones de la actual secretaría de asuntos indígenas estableciendo una instancia de ombudsman de políticas públicas integrado por indígenas, con una secretaría técnica que pueda emitir recomendaciones y canalizar demandas, concertar y supervisar acciones y compromisos de gobierno.

4. Promover con el poder legislativo la instalación de una comisión revisora de la legislación vigente en Chiapas, a fin de proponer reformas que den marco y reflejen la pluriculturalidad, reconozcan e incorporen derechos a los grupos sociales prioritarios: pueblos indios, niños y niñas, jóvenes, discapacitados, adultos mayores, mujeres.

5. Convenir con el poder judicial acciones formativas en materia indígena y derechos de grupos sociales prioritarios.

6. Propugnar por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés y en tanto esto sucede respetar en los hechos la autonomía de los pueblos indios, con respeto a los derechos humanos de sus integrantes, en especial los de las mujeres.

7. Promover, con especial relevancia la educación intercultural. Todos y todas deberemos educarnos para vivir con respeto y tolerancia en las diferencias culturales y la diversidad. La educación es la mejor manera de combatir el racismo y la discriminación.

8. Promover espacios para la convivencia de los pueblos indios y no indios y fortalecer las culturas en sus manifestaciones artísticas, expresiones literarias, musicales, artesanales, entre otras.

9. Convenir con las instituciones de educación superior, para que, con pleno respeto de sus autonomías se realice una revisión de los planes y programas de estudio, para que la formación de profesionistas y la investigación tengan un sentido pluricultural y de diversidad.

10. Promover mecanismos de consulta y consenso con los pueblos indios, para que de manera participativa y con base en sus necesidades más sentidas, se determinen los planes y programas regionales que habrán de sustentar el proyecto de gobierno para el periodo 2000-2006.

Estas son algunas de las propuestas que el nuevo gobierno puede poner en práctica, las pongo a su consideración y los invito a discutirlas, enriquecerlas, modificarlas y a llevarlas a consulta con las comunidades, las organizaciones, los grupos de la sociedad, los hombres y mujeres, para determinar su viabilidad y pertinencia.

Es también a partir de estas propuestas que podemos ir construyendo la incorporación de los pueblos indios a esta alianza de la esperanza.

El próximo 12 de octubre los invito a realizar un acto de reflexión y de conciencia sobre el futuro de los pueblos de Chiapas, sobre la paz y la reconciliación entre pueblos hermanos, entre indios y mestizos. Los invito a celebrar una convención sobre los derechos de los pueblos indios.

Los resultados de esta convención, entre otras cosas, nos permitirán recoger y construir las propuestas que servirán de base y sustento a las acciones del gobierno democrático del nuevo milenio, juntos, como las artesanas, tenderemos la urdimbre y tejeremos la trama del nuevo tejido social. Nuestras materias primas serán la tolerancia, la igualdad, la justicia y la paz.

Gracias por dejarme compartir con ustedes, este sueño de justicia, este proyecto de esperanza.