Compromiso con Tenejapa: Un Chiapas incluyente y tolerante.
Tenejapa,
Chiapas;
15 de
julio de 1999.
Discurso
pronunciado por el
Senador
Pablo Salazar Mendiguchía,
el día 15
de julio de 1999, en Tenejapa, Chiapas.
Amigos y
amigas de Tenejapa:
Es motivo de gran alegría para mí
estar hoy con ustedes y poder saludarlos. Me siento honrado por su presencia y
agradezco de todo corazón el esfuerzo que han realizado para estar en esta
reunión.
No es la primera vez que estoy en
Tenejapa. Tengo la satisfacción de haber compartido con muchos de ustedes muy
gratos momentos en este hermoso lugar. Además, aquí viven y de aquí son
originarios grandes y entrañables amigos míos, entre ellos, el único gobernador
indígena que ha tenido Chiapas: Javier López Moreno.
Vengo hoy a Tenejapa a compartir con
ustedes, amigos y amigas de esta cabecera municipal y de otros poblados y
municipios de la región que están aquí presentes, mis preocupaciones, ideas,
sueños y esperanzas sobre el presente y futuro del estado y en especial de sus
comunidades indígenas.
Chiapas vive desde hace cinco años y
medio una muy difícil situación política y social.
La razón todos la conocemos: el
estallido de una rebelión indígena y la prolongación de un conflicto, que más
allá de lo que la retórica oficial nos quiere hacer creer, nos tiene sumidos a
los chiapanecos, particularmente a los indígenas, en una condición de
permanente enfrentamiento y polarización social.
Las secuelas todos las padecemos,
sobre todo los indígenas: división de familias, comunidades, grupos étnicos y
sectores sociales; cuando no, violencia y muerte.
Las causas del levantamiento, que el
gobierno se empeña en negar y que otros quieren echar al olvido, están a la
vista: las difíciles condiciones en que vive la absoluta mayoría de los
chiapanecos, en especial los indígenas.
Estas son también las razones de la
inconformidad que reproducen sin cesar innumerables conflictos sociales a lo
largo y ancho de la entidad; que mantiene en tensión permanente a la sociedad
chiapaneca y en preocupación constante a la opinión pública nacional e
internacional.
Durante cuatro años la Comisión de
Concordia y Pacificación, de la que yo formaba parte, trabajó y puso todo su
empeño en encontrar fórmulas que hicieran posible la firma de un acuerdo de paz
con justicia y dignidad. Cuando parecía que habíamos dado un primer paso en esa
dirección, el gobierno, que ya había comprometido su palabra y su firma en los
llamados Acuerdos de San Andrés, intempestivamente se echó para atrás.
Ahora, lejos de que el gobierno tome
decisiones para que las cosas mejoren, la situación política y social se
complica cada día más.
Chiapas lleva ya demasiados años
sumergido en esta situación. ¿Cuánto tiempo más tendremos que vivir los
chiapanecos así? ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que los encargados
de encontrar una solución decidan poner en marcha un verdadero y serio proceso
de pacificación? ¿Es conveniente que sigamos dejando en manos de irresponsables
el futuro de nuestro estado? ¿No es ya momento que los ciudadanos, las
comunidades, las organizaciones, asumamos juntos la decisión de conducir a
Chiapas hacia un mejor destino?
Yo creo que ha llegado el momento
que entre todos tomemos en nuestras manos la conducción del gobierno de
Chiapas. Tenemos que hacerlo para poder sentar las bases que hagan posible la
implementación de una verdadera política de paz desde el gobierno estatal.
Y es que desde hoy en adelante,
dentro y fuera de Chiapas, quienes estemos realmente a favor de la paz debemos
tener muy claro que la pacificación de Chiapas no es un problema solo de
solidaridad o de simplemente dejar testimonio de una posición política, sino
que es un asunto que pasa por la plena autodeterminación del pueblo chiapaneco;
es decir, es un asunto de soberanía popular.
Dicho de una forma más clara: para
conseguir la paz en Chiapas es necesario ganar el gobierno del estado.
Una segunda conclusión a la que
llegué después de cuatro años intentando ayudar
desde el Senado a la pacificación es que el PRI no quiere ni busca
construir la paz en Chiapas. Se los dice alguien que fue del PRI, que vivió
desde adentro las negociaciones de San Miguel y de San Andrés y que ha dado a
conocer en muchos foros y medios de comunicación los detalles del proceso
pacificador.
Una tercera conclusión que saqué es
que el PRI no está a favor de los derechos de los indígenas. En las mesas de
negociaciones regateó todo lo que pudo, en las oficinas gubernamentales evadió
compromisos y en el Congreso de la Unión incumplió su palabra. Los Acuerdos de
San Andrés y la iniciativa de la Cocopa son una deuda más del PRI y su gobierno
con las comunidades y pueblos indígenas de Chiapas y de México.
Los resultados de esa política han
sido terribles. Desde 1995 la incompetencia y sumisión de los sucesivos
gobiernos estatales del PRI han logrado que la situación de las comunidades
indígenas empeoren día con día. La política del gobierno federal de alargar las
negociaciones para cansar a sus adversarios no han hecho más que prolongar el
sufrimiento indígena por hambre, enfermedad y violencia. Por si esto fuera
poco, la presencia de miles de soldados y la implementación de operativos
policíacos han modificado la forma de vida de las comunidades indígenas.
Estas y otras razones que he
expresado en otros actos, en particular en los celebrados el 14 de febrero en
Soyaló y el 8 de mayo en Villaflores, me llevaron a emprender la campaña por la
gubernatura del estado de Chiapas y a romper con el partido al que pertenecí
por muchos años.
Ya no pertenezco a ningún partido.
Ahora soy senador independiente y candidato a gobernador impulsado por un
movimiento cívico que se ha puesto como una de sus primeras metas constituir
una alianza político electoral en la que estén representados todos los
partidos, organizaciones y ciudadanos que están por el cambio y por mejores
condiciones de vida para todos los chiapanecos.
Se preguntarán ustedes ¿Por qué una
alianza electoral? ¿Qué tiene de bueno una coalición? ¿Qué se puede lograr con
ella?
En primer lugar quiero decirles que
ninguna fuerza política por sí sola puede gobernar el estado de Chiapas.
Además, en las elecciones de 1994 y en algunas posteriores, la suma de los
votos de todos los partidos de oposición ha rebasado la votación del PRI.
Los partidos de oposición por su
parte no han acreditado en las urnas contar con una mayoría electoral por sí
solos. Por otro lado, existen miles de ciudadanos y cientos de organizaciones
que no se sienten representados o que no forman parte de los partidos políticos
que cuentan con registro electoral o que simplemente no votan.
La idea de crear una alianza o
coalición electoral es que sumados los votos de todos los partidos de
oposición, los de los ciudadanos sin partido, los de los electores que no votan
y los de los ciudadanos que como yo se salgan del PRI o no voten más por ese
partido, se puede obtener una cómoda ventaja electoral en las próximas
elecciones de gobernador que se celebrarán el año 2000.
A eso vengo hoy aquí, a proponerles
que se incorporen a esta alianza, a que formen parte de los sueños y esperanzas
de miles de gentes que en otros rincones del estado están construyendo un nuevo
y mejor futuro para todos los chiapanecos.
El acto del día de hoy aquí en
Tenejapa tiene un triple significado para esta coalición de la esperanza.
En primer lugar este encuentro
representa un ejemplo palpable de la repercusión que ha tenido la política
unitaria que correctamente hemos seguido los partidos y fuerzas que estamos
construyendo esta alianza.
En segundo lugar, es una muestra del
debilitamiento paulatino de la presencia y fuerza electoral del partido oficial
en las zonas indígenas. En esto por supuesto ha repercutido la burda
utilización del PRI de las necesidades de las comunidades en los procesos
electorales, que ha lesionado su dignidad y ha quebrado la confianza que los
indígenas aun tenían en ese partido. Pero también es el resultado de los
desgajamientos que nuestra campaña está provocando en las filas del priísmo.
Y en tercer lugar, este encuentro
tiene una gran importancia porque representa una gran oportunidad para trazar
algunas líneas programáticas de lo que a mi entender formará parte del trabajo
de confección de un nuevo contrato social fundado en la pluriculturalidad del
estado de Chiapas.
Hoy que me encuentro aquí reunido
con ustedes, una amplia representación indígena, que he escuchado sus palabras
y sentido sus corazones, quiero, si me lo permiten, hacerles unas propuestas
que creo pueden contribuir a sentar las bases de una nueva relación entre el
gobierno que aspiramos construir y los pueblos indios.
Propongo que el nuevo gobierno inicie esa
relación a partir de:
1. Reconocer la diversidad cultural
del pueblo chiapaneco y la importancia y la necesidad de respetar y sentar las
bases para la convivencia pacífica entre los diferentes, sean estos indios o
mestizos, mujeres o hombres, católicos o protestantes, jóvenes o viejos,
blancos o morenos.
Necesitamos aprender a ver con
respeto a los hombres y a las mujeres que son diferentes a nosotros, a
reconocer la igualdad de derechos de los otros, como lo es el derecho a
profesar cualquier fe, a expresar todo tipo de manifestaciones culturales, a
hablar cualquier lengua, como base sólida de una verdadera reconciliación. No
hay que olvidar que en Chiapas la diversidad y las diferencias han sido
utilizadas como armas para dividir y enfrentar a los chiapanecos.
2. Emprender un proceso de atención
creciente a la problemática indígena en el conjunto de la administración
pública; es decir, que todas las instituciones del gobierno deberán contar con
acciones específicas para atender los problemas de la población indígena. Se
promoverán acciones para que los poderes legislativo y judicial hagan lo mismo.
En consecuencia, no existirá la secretaría de asuntos indígenas.
3. Sustituir las funciones de la
actual secretaría de asuntos indígenas estableciendo una instancia de ombudsman
de políticas públicas integrado por indígenas, con una secretaría técnica que
pueda emitir recomendaciones y canalizar demandas, concertar y supervisar
acciones y compromisos de gobierno.
4. Promover con el poder legislativo
la instalación de una comisión revisora de la legislación vigente en Chiapas, a
fin de proponer reformas que den marco y reflejen la pluriculturalidad,
reconozcan e incorporen derechos a los grupos sociales prioritarios: pueblos
indios, niños y niñas, jóvenes, discapacitados, adultos mayores, mujeres.
5. Convenir con el poder judicial
acciones formativas en materia indígena y derechos de grupos sociales
prioritarios.
6. Propugnar por el cumplimiento de
los Acuerdos de San Andrés y en tanto esto sucede respetar en los hechos la
autonomía de los pueblos indios, con respeto a los derechos humanos de sus
integrantes, en especial los de las mujeres.
7. Promover, con especial relevancia
la educación intercultural. Todos y todas deberemos educarnos para vivir con
respeto y tolerancia en las diferencias culturales y la diversidad. La
educación es la mejor manera de combatir el racismo y la discriminación.
8. Promover espacios para la
convivencia de los pueblos indios y no indios y fortalecer las culturas en sus
manifestaciones artísticas, expresiones literarias, musicales, artesanales,
entre otras.
9. Convenir con las instituciones de
educación superior, para que, con pleno respeto de sus autonomías se realice
una revisión de los planes y programas de estudio, para que la formación de
profesionistas y la investigación tengan un sentido pluricultural y de
diversidad.
10. Promover mecanismos de consulta
y consenso con los pueblos indios, para que de manera participativa y con base en
sus necesidades más sentidas, se determinen los planes y programas regionales
que habrán de sustentar el proyecto de gobierno para el periodo 2000-2006.
Estas son algunas de las propuestas
que el nuevo gobierno puede poner en práctica, las pongo a su consideración y
los invito a discutirlas, enriquecerlas, modificarlas y a llevarlas a consulta
con las comunidades, las organizaciones, los grupos de la sociedad, los hombres
y mujeres, para determinar su viabilidad y pertinencia.
Es también a partir de estas
propuestas que podemos ir construyendo la incorporación de los pueblos indios a
esta alianza de la esperanza.
El próximo 12 de octubre los invito
a realizar un acto de reflexión y de conciencia sobre el futuro de los pueblos
de Chiapas, sobre la paz y la reconciliación entre pueblos hermanos, entre
indios y mestizos. Los invito a celebrar una convención sobre los derechos de
los pueblos indios.
Los resultados de esta convención,
entre otras cosas, nos permitirán recoger y construir las propuestas que servirán
de base y sustento a las acciones del gobierno democrático del nuevo milenio,
juntos, como las artesanas, tenderemos la urdimbre y tejeremos la trama del
nuevo tejido social. Nuestras materias primas serán la tolerancia, la igualdad,
la justicia y la paz.
Gracias por dejarme compartir con
ustedes, este sueño de justicia, este proyecto de esperanza.