Convención Estatal Electoral del Partido del Trabajo.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas;
2 de Octubre de 1999
Toma
de Protesta del Senador
Pablo
Salazar Mendiguchía como
candidato
al Gobierno del Estado de Chiapas.
Compañeros
y compañeras convencionistas, amigos del Partido del Trabajo,
Compañero
Senador Alberto Anaya, amigas y amigos:
Agradezco profundamente la
invitación que me formuló el Partido del Trabajo –en cumplimiento del
resolutivo de su Congreso- para ser candidato a Gobernador del Estado de
Chiapas por el período 2000-2006.
Acepto con emoción y con mucha honra
esta distinción que es al mismo tiempo, meta y punto de partida dentro del
proceso de construcción de la gran Alianza por Chiapas, de la cual habrá de
surgir el primer gobierno democrático del nuevo milenio.
El impulso que hoy le da el Partido
del Trabajo a una candidatura que pertenece a la sociedad y cuyas principales
características son, la inclusión y la pluralidad, representa un mayor
fortalecimiento de la lucha que iniciamos en mi pueblo Soyaló el 14 de febrero.
Entonces manifesté mi intención de “participar en un proceso abierto, de cara a
la sociedad y sometido al escrutinio de la opinión pública”.
El acto de este día es un avance
significativo para el anhelo que albergan distintas fuerzas partidistas y
ciudadanas de un nuevo amanecer para Chiapas. Somos mayoría quienes deseamos
transitar hacia formas participativas de gobierno. Por esto considero vital el
acto de hoy, que tiene la particularidad de ser la primera de las actividades
en que partidos y ciudadanos habremos de emprender las definiciones necesarias
hacia las elecciones del año 2000. Nuestra suma se está multiplicando con el
refrendo del Partido del Trabajo al movimiento que ya ha recibido el apoyo
tanto de los partidos nacionales Convergencia por la Democracia y del Centro Democrático como de una amplia
gama de grupos ciudadanos y de organizaciones sociales.
En Chiapas urge ya un gobierno de
paz, uno que reconcilie, que no divida más a la sociedad ni atice el fuego de
los odios y rencores entre hermanos. Un gobierno que armonice las relaciones
con los distintos sectores sociales, políticos, religiosos y étnicos de la
entidad. Esta concentración es una prueba de que crece y avanza la esperanza en
la transformación de la caduca estructura que inhibe el desarrollo del estado.
Queremos que nuestra riqueza en recursos naturales se convierta en mejores
expectativas de vida para los chiapanecos. Este es un reclamo mayoritario, y
tiene un lugar preponderante en las reivindicaciones que consideramos
esenciales para hacer de nuestro Chiapas un lugar más hospitalario para sus
habitantes.
Cada vez son más amplios los
sectores de la sociedad chiapaneca en los que se va fortaleciendo la convicción
de que sólo con la participación persistente, la organización, la lucha y la
unidad se encuentra la posibilidad real de un cambio.
La
inconclusa transición social, cultural y política que vive nuestro país
es resultado de la movilización de ciudadanos, Organismos No Gubernamentales,
partidos opositores y medios independientes. Cada una de las modificaciones
hechas al sistema de partidos, a la legislación electoral, a la conformación de
los organismos electorales, a los procedimientos de conteo y verificación de
los resultados en las elecciones, es consecuencia de la tenacidad de muchos
mexicanos y mexicanas por defender sus derechos políticos. Habrá que seguir
insistiendo en otras modificaciones, necesarias para que tengamos de una vez
por todas en Chiapas, un justo y transparente marco electoral que imposibilite
ventajas para el gobierno y su partido.
El objetivo de alcanzar el gobierno,
lo hemos sostenido en distintas tribunas y ahora lo reiteramos, surge de la
necesidad de fortalecer nuestra mexicanidad chiapaneca a partir de una relación
digna con el gobierno federal, que nos permita recuperar los procesos de
conducción de la política y de los instrumentos económicos del gobierno
estatal. Los problemas que nos aquejan son bien conocidos, es tal su peso que
la entidad ha sido relegada a uno de los niveles de calidad de vida más bajos
en toda la nación. Para primero detener el deterioro, y después construir
nuevas bases de crecimiento económico y social, es imprescindible que los
chiapanecos tengamos un gobierno surgido del mayor consenso de la sociedad que
sea posible. Una contundente legitimidad del voto popular en las votaciones del
próximo año, allanará el camino para destrabar el proceso de pacificación y
reconciliación que la mayoría queremos para Chiapas. Buscamos la legitimidad
ciudadana por medio del sufragio, uno de cuyos resultados fundamentales sea la
estabilidad de un gobierno que dure seis años.
Nos mueve a la esperanza el
potencial que existe entre la ciudadanía para gestar y consolidar una nueva
cultura democrática que incorpore al desarrollo a los sectores históricamente
marginados: las mujeres, los indígenas, los jóvenes, los campesinos y otros
grupos vulnerables. La nueva cultura que buscamos construir debe ser un
ejercicio colectivo y abarcar tanto las relaciones gobierno-ciudadanos como las
de los ciudadanos entre sí. En esta construcción es insustituible el papel de
un gobierno que cataliza y potencia las expectativas de cambio que tiene la
mayoría del pueblo. A la vez que permanentemente rinde cuentas a sus mandantes
y es controlado por éstos en sus tareas de servir a la sociedad.
Es grato constatar esta tarde que
avanzamos en la elaboración de una plataforma política común, la que sin duda
se verá enriquecida con las preocupaciones programáticas y experiencia de lucha
de los líderes y militantes del Partido del Trabajo. Nos hacen falta otras
voces y otros aportes, igualmente preocupados porque en Chiapas dejemos atrás
los lacerantes rezagos que mutilan económica, social y educativamente a cientos
de miles de hermanos. Queremos un Chiapas diferente, y es por ese propósito que estamos aquí.
En pocas palabras, con la Alianza se
trata de aislar lo que nos separa con el propósito de identificar nuestras
coincidencias. Se trata de decirle a la sociedad que entre los diferentes
también podemos lograr acuerdos para su beneficio. La plataforma que entre
todos estamos elaborando, deberá ser norma y guía, no sólo para impulsar planes
y acciones de gobierno, sino también, y sobre todo, para fijar las reglas de la
nueva convivencia democrática.
La situación económica en la que
viven la inmensa mayoría de los chiapanecos, es alarmante. Padecemos una
verdadera crisis, a pesar de los cuantiosos recursos que la federación dice
haber destinado para Chiapas, pero que nadie ve ni siente. El deterioro de las
condiciones de vida es tal, que seguimos ocupando el vergonzoso primer lugar en
marginalidad social. Chiapas debe salir adelante, ya no podemos seguir
esperando. Con un gobierno de cambio podemos revertir nuestras tragedias en
oportunidades.
Por tanto, considero que el nuevo
gobierno deberá atender con especial sentido de urgencia los siguientes graves
problemas centrales de nuestra economía:
Desarrollo de políticas orientadas a
favorecer ciertas áreas, grupos sociales y actividades productivas, creando
regiones muy desarrolladas y abandonando otras;
Injusta distribución de la riqueza
generada en el estado, ya proceda del subsuelo o de las actividades
agropecuarias y comerciales;
Abandono de las políticas de apoyo a
los productores de granos básicos, tanto privados como sociales;
Deterioro de los precios de garantía
del maíz y creciente empobrecimiento de los productores de este grano;
Destrucción de fuentes de empleo por
Comisión Federal de Electricidad y Pemex;
Clientelismo y corporativismo en la
distribución de los recursos, que solo ha generado corrupción, sumisión,
división y atomización, particularmente entre los campesinos;
Existencia de una red de caminos y
carreteras que favorecen solo a unas cuántas ciudades y cierto tipo de cultivos
y productores;
Ausencia de políticas que promuevan
el desarrollo turístico e industrial de la entidad, y
Fomento de actividades productivas y
educativas sin ningún vínculo con la realidad social.
Para combatir esas ineficiencias,
propondré respetuosamente a los partidos políticos de la Alianza, que sometamos
a la consideración de los pueblos de Chiapas las siguientes propuestas:
Creación de Centros de Distribución
de Servicios a la Producción en zonas rurales y comunidades, que incluya una
red de caminos y carreteras que permitan a esas poblaciones, contar con
productos y servicios (educación, salud, créditos, etc.), así como la
posibilidad de distribuir aquéllos que éstas generen;
Impulsar una política que proteja a
los agricultores y ganaderos, particularmente frente a los productos que
proceden de otros países, como en el caso de la carne y el maíz, a modo de
detener el deterioro de los precios de ese grano, por ejemplo, y la competencia
desleal a los ganaderos chiapanecos;
Reorientar nuestro sistema educativo
para generar conocimiento científico y cultural que vincule a la educación con
los procesos sociales y nuestras necesidades de desarrollo. Repensar la función
de nuestras instituciones de educación, particularmente en el nivel superior,
de manera que éstas sean la luz de nuestras políticas de desarrollo económico y
justicia social, para que nos gobierne el conocimiento. La Universidad debe
dejar de ser un espacio de meditación tranquila para convertirse en el primer
frente de combate a la pobreza y la ignorancia. La Universidad y los universitarios
deben trabajar para todos los chiapanecos;
Impulsar el desarrollo turístico de
manera equilibrada y justa de modo que beneficie a los empresarios, pero
también a los poseedores de ese patrimonio.
Fomentar la independencia económica
de las organizaciones campesinas y sociales de manera que se garantice su
libertad política e ideológica para poner fin al sistema corporativo que
padecemos;
Impulsar un proceso de
industrialización que permita añadir valor a nuestros productos y de este modo,
evitar que sigamos comercializando materia prima;
Crear una red de carreteras que
articule a comunidades y regiones de manera que se generen polos de desarrollo
regional. Propondremos una nueva regionalización que sustituya a la actual, que
sólo obedece a criterios político-electorales;
Establecer políticas que favorezcan
el desarrollo de la economía de traspatio
o doméstica con la participación democrática de las mujeres en las
comunidades rurales y urbanas;
Generar condiciones de seguridad y
certidumbre para las inversiones productivas, y
Sentar en el banquillo de los
acusados a Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos. Exigir a
estas empresas el pago del impuesto predial de la superficie ocupada o
destruida por ellas, así como el reparto de las utilidades que estos recursos
generen, y con éstos, crear empleos productivos que permitan resarcir en parte
el daño que han causado al cancelar de manera definitiva fuentes de empleo de
las generaciones actuales y venideras. Con lo que se recupere se cubrirán los
daños provocados, tanto a los ecosistemas como a la agricultura y ganadería del
estado.
Estos son algunos de los retos que habremos de
enfrentar en el futuro inmediato.
Mi participación en la Comisión de
Concordia y Pacificación me dejó la convicción de que la verdadera paz sólo
puede ser fruto de nuevas condiciones, que transformen las que originaron la
desesperanza de miles cuyo único horizonte seguro es la marginación; la de
hombres y mujeres que se van sin haber llegado y que mueren sin haber vivido.
Es posible, lo creo firmemente,
pasar de la pluralidad conflictiva a la pluralidad conciliada. Esto requiere
recrear un Estado de Derecho caracterizado por leyes reconocidas por todos y en
la que todos se reconozcan; en donde el primero en respetar las leyes sea el
gobierno. Sólo así tendrá autoridad política y moral para convencer a los
ciudadanos y ciudadanas de que la arena común es la práctica de la legalidad. Pero no de una
legalidad como la que hasta ahora hemos padecido en Chiapas (origen de toda
clase de injusticias), sino aquella que es un auténtico fruto de la justicia.
Compañeras
y compañeros convencionistas:
En tiempos de lucha no hay lugar
para el cansancio; esta es la hora de Chiapas, es tiempo de redoblar ánimos y
labores para ensanchar las fuerzas. Trabajemos juntos para construir un
proyecto de esperanza. Para fertilizar el campo de la democracia hacen falta
más implementos, más brazos, más aliados.
Amigas y amigos de todos los
municipios y comunidades de Chiapas que hoy nos acompañan:
Frente a la tumba de mi padre al que
sepulté hace escasamente 19 días, hice la promesa de luchar junto a otros hasta el límite de mis fuerzas
por lograr que el Chiapas que vea crecer a mis hijos, sea mejor, más libre, mas justo, mas democrático que el que lo vio
morir.
Hoy los convoco a soñar, a imaginar,
a tener esperanza, a luchar para no diferirle a nuestros hijos la celebración
de un triunfo que ya acariciamos, que ya es nuestro, que esta en nuestras
manos: el triunfo de la democracia.
“Si no es ahora ¿cuándo?, si no
somos nosotros ¿quién? Y si no es aquí ¿dónde?”
¡Viva el Partido del Trabajo!
¡Viva la democracia!
¡Viva Chiapas!
¡Viva México!