Hacía un nuevo comienzo.

2/12/2015 06:44:00 a. m. 0 Comments

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas;
23 de enero del 2000

Discurso pronunciado por el
Senador Pablo Salazar Mendiguchía,
 tras ser nombrado candidato del
Partido Acción Nacional
a gobernador del estado.

Sen. Luis Felipe Bravo Mena
Presidente del CEN del PAN

C. Vicente Fox Quezada
Candidato de la Alianza por el Cambio a la Presidencia de la República

Dr. José González Morfín
Delegado del CEN a la convención

Ing. Javier Zepeda Constantino
Presidente del CDE del PAN.

Lic. Sergio Edgar Cortazar Villafuerte
Secretario General del CDE del PAN

Compañeros Senadores y Diputados Federales

Amigas,  amigos convencionistas

Señoras, señores:

Nuestro afán por la libertad y el permanente rechazo a la imposición, nos ha marcado siglo tras siglo. Hemos persistido en la ilusión de un mejor porvenir para los hijos; hemos sostenido el deseo natural de buscar el rumbo que nos conviene, de anhelar el bienestar para nuestro pueblo. La esperanza por un mejor mañana ha sido la energía permanente que nos ha movido. Por esta terquedad, nuestra historia está llena de comienzos y recomienzos, de andar y desandar distintos caminos. Aunque la suerte no nos ha favorecido a pesar de la entrega de grandes hombres, el anhelo esperanzador nos ha mantenido en la idea de que el gran día llegará y con este sentimiento –a veces ya resentimiento– seguimos intentando nuevos comienzos.

Los indios chiapa, los lacandones insumisos, los sublevados tzeltales y los zoques de San Marcos Tuxtla, sostuvieron luchas liberadoras cuando todavía carecían de unidad política y fueron sofocados a sangre y fuego, sin embargo, reafirmaron el deseo ferviente por la libertad, hasta convertirla en una voluntad colectiva irresoluta, en una tarea sin hacer, en un asunto pendiente.

Un nuevo comienzo fue iniciado en el siglo XIX con la guía de grandes humanistas como  Fray Matías de Córdova con su grito independentista, como  el federalista Joaquín Miguel Gutiérrez, determinante en la búsqueda del rumbo que nos llevó a emprender otro principio, ahora por el camino de la república.

En tanto, entre olvidos y silencios que se hicieron eternos nos fuimos reconociendo como chiapanecos. Persistimos en el destino por defender los valores de la República, con Angel Albino Corzo.

Cuando Porfirio Díaz se hizo presidente, mandó gente extraña a que nos gobernara y no dijimos nada, pensando quizás que era en beneficio propio y de la nación mexicana; después, con esa misma actitud centralista, inauguró la práctica de enviarnos gobernadores, nacidos aquí, pero formados políticamente en la ciudad de México y tampoco objetamos nada, seguimos creyendo que era para nuestro bien y que el siguiente sería mejor. Así, desde entonces, hemos padecido muchos gobernadores, la mayoría de los cuales vienen y se van, sin importarles la dicha de estos pueblos ni la resolución de sus problemas.

En la coyuntura de la caída del dictador se reavivó el encono entre Tuxtla y San Cristóbal por la sede de los poderes del estado. En medio de esta pugna surgió la voz indignada de Belisario Domínguez, ofertando su vida para que ya no hubiera más sangre. Otra vez nos prometimos y comprometimos en un nuevo comienzo. Cuando vinieron las fuerzas carrancistas a imponer militarmente las ideas de la revolución mexicana, no manifestamos interés por abrazar esta lucha que la sentimos ajena y distante, ocupados como estábamos en cerrar las heridas surgidas de nuestros propios conflictos y dimos una lección de resistencia por preservar el respeto y la dignidad de los chiapanecos al enfrentar los desmanes carrancistas.
Por ese tiempo surgieron voces valientes como la del propio Belisario Domínguez y la de Luis Espinosa que rompieron el silencio de la resignación. Ante el olvido nacional reclamaron atención; ante el abandono y la explotación recordaron a la federación las promesas incumplidas de progreso y bienestar ofrecidas un siglo atrás.

Los hermanos Vidal,  también revalidaron con su sangre durante la reconstrucción nacional, esa actitud categórica chiapaneca oponiéndose, en 1927, a la nefasta reelección presidencial.

Ya recientemente en 1994, muchos estábamos convencidos de la necesidad del cambio, de que era el tiempo para revisar la ruta de nuestro destino, el momento de plantearnos un nuevo comienzo. La emergencia nos dividió: un grupo de chiapanecos, hermanos nuestros, decidieron intentarlo por la vía armada, otros persistimos en la idea de que el cambio llegará por la vía democrática. Por eso estamos juntos, por eso, unimos nuestra preocupación para buscar el consenso al comienzo de un nuevo milenio.

En los primeros días de este siglo somos muchos más pero con mas pobreza: suelos erosionados, tierras empobrecidas y ríos contaminados. Seguimos siendo tierra de contrastes pero con una mayor diversidad y por lo mismo con más y mayores necesidades. Los tesoros que ayer estuvieron escondidos como el petróleo y la electricidad, hoy contradictoriamente, son fuente de riqueza para la Federación, pero de mayor pobreza para las comunidades; hoy, estamos en las estadísticas nacionales en la cola de la cola: primer lugar en marginalidad social (8 de cada 10 chiapanecos viven en condiciones de extrema pobreza), primer lugar en desnutrición, primer lugar en analfabetismo, somos uno de los pocos estados en donde todavía mucha gente se muere por enfermedades curables, y por si fuera poco, somos campeones en gobernadores interinos (167 gobernadores en 179 años).


Hoy, en el inicio de una nueva era, hago un llamado vehemente a todas y todos los que viven en Chiapas, sin distinción de posición social, raza, sexo, lengua, religión o filiación política a emprender una nueva lucha por la vía pacífica. Por eso hemos recorrido juntos, partidos, organizaciones sociales, hombres y mujeres sin partido, los caminos y veredas para convencer, para demandar con sentido de urgencia un nuevo acuerdo para vivir armoniosamente, para buscar juntos la solución consensada de nuestros problemas.

Estamos convencidos de la necesidad del cambio, sabemos que el 2000 es la raya inicial para arrancar un nuevo comienzo, que nunca como ahora las condiciones son inmejorables. Que ya no hay razones para heredar a nuestros hijos el deber que nos llama.

Si en 1824, pudimos acudir a las urnas a decidir nuestro destino, si en 1911, pudimos ponernos de acuerdo para vivir en paz ¿Por qué no ahora? ¿Qué o quién nos lo puede impedir?   ¿Por qué no decidimos terminar ya con esta larga pesadilla? ¿Qué más nos tiene que pasar para que en Chiapas pase algo? ¿Qué más abajo tenemos que caer para comenzar a levantarnos? Si somos un gran pueblo –y lo somos–demostremos que es tiempo de ganar el destino, forjarlo entre nosotros e impulsar un nuevo comienzo.

Amigas y amigos:

El mañana que soñaron nuestros viejos, es ahora. Ya no hay mañana. Este es el siglo, este es el año, este es el día. Esta es la oportunidad esperada. De nuestra capacidad de respuesta dependerá la calificación que nos otorguen nuestros hijos; estamos construyendo lo que realmente merecemos.

Este nuevo comienzo para Chiapas, requiere de las mejores ideas, de los mejores hombres y las mejores mujeres, de las mejores instituciones y por supuesto del mejor gobierno. Este, es un esfuerzo generacional amplio e incluyente.

En líneas generales, anticiparé lo que la alianza ha ido construyendo en meses de arduo trabajo, algunos de los rasgos del cambio que proponemos:

Pugnaremos por una nueva mexicanidad chiapaneca, para que en ejercicio de nuestra soberanía, exijamos una nueva relación con el gobierno federal, que nos permita recuperar la conducción de nuestros procesos políticos y sociales. No permitiremos que la federación nos siga tratando como el hijo bastardo o el hermano pobre de México.

El próximo, será un gobierno de transición, respetuoso de la pluralidad y las leyes, sin privilegios para nadie, comenzando por el gobernador. Será de seis años, los cuales servirán para fijar las reglas de una nueva convivencia democrática. Solo la Alianza con la fuerza del pueblo puede garantizar un gobierno que dure.

Daremos impulso a una profunda reforma del estado, a la recreación de nuestras frágiles instituciones y a la conformación de un nuevo estado de derecho que preserve las facultades del Estado, pero que también proteja los derechos humanos y las garantías individuales y sociales. Promoveremos una nueva constitución que refleje el nuevo acuerdo social al que llegaremos los chiapanecos y chiapanecas.

El gobierno surgido de la gran alianza social, pondrá en el centro al hombre, a la mujer, a las familias; impulsaremos un modelo de desarrollo con sentido humano, que ofrezca mejores caminos al nuevo chiapaneco, al chiapaneco del siglo nuevo.

La inversión prioritaria de nuestro gobierno, será la que contribuya a formar el más grande capital humano; con un amplio sentido de justicia social, privilegiaremos los esfuerzos y el destino de los recursos hacia la educación, la salud y la alimentación. En este sentido promoveremos que se eleve a rango constitucional el derecho a la alimentación.
Construiremos un proyecto educativo consensado y pensado con los maestros y padres de familia para abatir el enorme rezago que tenemos en esta materia. La educación, la salud y la alimentación serán la prioridad de prioridades.

Impulsaremos una política social, que necesariamente incorpore una perspectiva de equidad, entre mujeres y hombres; entre pueblos indios y pueblos no indios; entre jóvenes y adultos mayores; entre personas con alguna discapacidad y las que tienen diferentes habilidades. Las niñas y los niños serán parte de estas prioridades. Ya antes nos comprometimos a crear el instituto de la mujer; ahora, proponemos la creación del instituto de desarrollo humano, con una visión distinta al paternalismo, el asistencialismo y la caridad; en contraparte, la visión de la política social de nuestro gobierno será de justicia y dignidad.

Combatiremos la ineficiencia del sector público, fomentado la participación ciudadana como eje primordial; convocaremos a la sociedad civil para que sume su experiencia, el conocimiento de la sabiduría popular y las formas propias de organización, a los sistemas gubernamentales.

Impulsaremos y crearemos las condiciones necesarias para la conformación de un observatorio ciudadano de las políticas públicas, con facultades para vigilar el cumplimiento de los compromisos gubernamentales; con plena autonomía y que incorpore a ciudadanos de reconocida probidad y representatividad.

Promoveremos un desarrollo sustentable, democrático y justo, que revierta las tendencias de degradación del ambiente, de las culturas y las sociedades. No puede haber sustentabilidad con pobreza.

Proponemos un nuevo modelo de planeación para el desarrollo regional y el ordenamiento territorial. Nuestra propuesta tiene como característica la integralidad y una visión de futuro que remplace a la improvisación.

Transformaremos el actual sistema de seguridad para que los ciudadanos tengan confianza en sus instituciones, revirtiendo la idea de que delinquir sí paga, de que si se delinque no se atrapará al delincuente; de que si lo atrapan, lo van a soltar; de que si no lo sueltan, estará preso poco tiempo; para demostrar que delinquir no será negocio en Chiapas, profesionalizaremos a los cuerpos policiacos, mejoraremos sus prestaciones y combatiremos implacablemente la corrupción, la ineficiencia y la impunidad oficiales.

Atenderemos los reclamos sociales auténticos como también los intereses legítimamente constituidos, porque es inexcusable el respeto escrupuloso tanto de los derechos sociales como de los derechos individuales. Nos comprometemos a proporcionar seguridad jurídica a la propiedad en cualquiera de sus modalidades.

El apoyo al campo será prioritario, pero lo haremos sin clientelismo y sin sesgos de contrainsurgencia. Con la certeza de que si al campo le va bien nos va bien a todos, impulsaremos su fortalecimiento y un proceso de industrialización para transformar los productos del campo; promoveremos canales de comercialización y el gobierno del estado abrirá una oficina de comercio exterior para asesorar, acompañar a los campesinos e impulsar nuestra producción.

Apoyaremos todos los proyectos de desarrollo gestados desde el empresariado local; fortaleceremos la pequeña y la mediana industria, con visión de futuro para el renacimiento y crecimiento sustentable de la economía.

La gran asignatura pendiente del gobierno federal en Chiapas es con los indígenas, los excluídos de siempre, los que no tienen lugar en la modernidad. Con ellos y no por ellos, trabajaremos incansablemente para que en las leyes y sobre todo en los hechos, se establezca una nueva relación entre gobierno y pueblos indígenas.

Ya no se puede continuar indefinidamente en la inestabilidad y la incertidumbre que a todos nos afecta, por lo que resulta urgente una salida pacífica al conflicto armado. Nada será posible, si este gobierno no se compromete totalmente a gobernar promoviendo y facilitando la reconciliación y la paz.

El próximo, no será el gobierno de la revancha o de la venganza. Será un gobierno de paz, sin odios ni rencores. No tengo agravios personales, lo que me ofende, es lo mismo que ha ofendido a todos los chiapanecos.

Estas son las tareas y los propósitos por delante. Con el voto que hoy le han dado los panistas de Chiapas a mi candidatura, con la nueva fuerza social que conforman los partidos que integran la gran alianza opositora; con las organizaciones sociales y con la sociedad civil organizada, ganaremos el futuro y devolveremos al pueblo lo último que un gobierno puede arrebatarle: su dignidad y el derecho a la esperanza.

Muchas gracias