Hacía un nuevo comienzo.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas;
23 de enero del 2000
Discurso
pronunciado por el
Senador
Pablo Salazar Mendiguchía,
tras ser nombrado candidato del
Partido
Acción Nacional
a
gobernador del estado.
Sen. Luis
Felipe Bravo Mena
Presidente del
CEN del PAN
C. Vicente Fox
Quezada
Candidato de
la Alianza por el Cambio a la Presidencia de la República
Dr. José González Morfín
Delegado del CEN a la convención
Ing. Javier
Zepeda Constantino
Presidente del
CDE del PAN.
Lic. Sergio Edgar Cortazar
Villafuerte
Secretario General del CDE del PAN
Compañeros Senadores y Diputados
Federales
Amigas, amigos convencionistas
Señoras,
señores:
Nuestro afán por la libertad y el
permanente rechazo a la imposición, nos ha marcado siglo tras siglo. Hemos
persistido en la ilusión de un mejor porvenir para los hijos; hemos sostenido
el deseo natural de buscar el rumbo que nos conviene, de anhelar el bienestar
para nuestro pueblo. La esperanza por un mejor mañana ha sido la energía
permanente que nos ha movido. Por esta terquedad, nuestra historia está llena
de comienzos y recomienzos, de andar y desandar distintos caminos. Aunque la
suerte no nos ha favorecido a pesar de la entrega de grandes hombres, el anhelo
esperanzador nos ha mantenido en la idea de que el gran día llegará y con este
sentimiento –a veces ya resentimiento– seguimos intentando nuevos comienzos.
Los indios chiapa, los lacandones
insumisos, los sublevados tzeltales y los zoques de San Marcos Tuxtla,
sostuvieron luchas liberadoras cuando todavía carecían de unidad política y
fueron sofocados a sangre y fuego, sin embargo, reafirmaron el deseo ferviente
por la libertad, hasta convertirla en una voluntad colectiva irresoluta, en una
tarea sin hacer, en un asunto pendiente.
Un nuevo comienzo fue iniciado en el
siglo XIX con la guía de grandes humanistas como Fray Matías de Córdova con su grito
independentista, como el federalista
Joaquín Miguel Gutiérrez, determinante en la búsqueda del rumbo que nos llevó a
emprender otro principio, ahora por el camino de la república.
En tanto, entre olvidos y silencios
que se hicieron eternos nos fuimos reconociendo como chiapanecos. Persistimos
en el destino por defender los valores de la República, con Angel Albino Corzo.
Cuando Porfirio Díaz se hizo
presidente, mandó gente extraña a que nos gobernara y no dijimos nada, pensando
quizás que era en beneficio propio y de la nación mexicana; después, con esa
misma actitud centralista, inauguró la práctica de enviarnos gobernadores,
nacidos aquí, pero formados políticamente en la ciudad de México y tampoco
objetamos nada, seguimos creyendo que era para nuestro bien y que el siguiente
sería mejor. Así, desde entonces, hemos padecido muchos gobernadores, la
mayoría de los cuales vienen y se van, sin importarles la dicha de estos
pueblos ni la resolución de sus problemas.
En la coyuntura de la caída del
dictador se reavivó el encono entre Tuxtla y San Cristóbal por la sede de los
poderes del estado. En medio de esta pugna surgió la voz indignada de Belisario
Domínguez, ofertando su vida para que ya no hubiera más sangre. Otra vez nos
prometimos y comprometimos en un nuevo comienzo. Cuando vinieron las fuerzas
carrancistas a imponer militarmente las ideas de la revolución mexicana, no
manifestamos interés por abrazar esta lucha que la sentimos ajena y distante,
ocupados como estábamos en cerrar las heridas surgidas de nuestros propios
conflictos y dimos una lección de resistencia por preservar el respeto y la
dignidad de los chiapanecos al enfrentar los desmanes carrancistas.
Por ese tiempo surgieron voces valientes
como la del propio Belisario Domínguez y la de Luis Espinosa que rompieron el
silencio de la resignación. Ante el olvido nacional reclamaron atención; ante
el abandono y la explotación recordaron a la federación las promesas
incumplidas de progreso y bienestar ofrecidas un siglo atrás.
Los hermanos Vidal, también revalidaron con su sangre durante la
reconstrucción nacional, esa actitud categórica chiapaneca oponiéndose, en
1927, a la nefasta reelección presidencial.
Ya recientemente en 1994, muchos
estábamos convencidos de la necesidad del cambio, de que era el tiempo para
revisar la ruta de nuestro destino, el momento de plantearnos un nuevo
comienzo. La emergencia nos dividió: un grupo de chiapanecos, hermanos
nuestros, decidieron intentarlo por la vía armada, otros persistimos en la idea
de que el cambio llegará por la vía democrática. Por eso estamos juntos, por
eso, unimos nuestra preocupación para buscar el consenso al comienzo de un
nuevo milenio.
En los primeros días de este siglo
somos muchos más pero con mas pobreza: suelos erosionados, tierras empobrecidas
y ríos contaminados. Seguimos siendo tierra de contrastes pero con una mayor
diversidad y por lo mismo con más y mayores necesidades. Los tesoros que ayer
estuvieron escondidos como el petróleo y la electricidad, hoy
contradictoriamente, son fuente de riqueza para la Federación, pero de mayor
pobreza para las comunidades; hoy, estamos en las estadísticas nacionales en la
cola de la cola: primer lugar en marginalidad social (8 de cada 10 chiapanecos
viven en condiciones de extrema pobreza), primer lugar en desnutrición, primer
lugar en analfabetismo, somos uno de los pocos estados en donde todavía mucha
gente se muere por enfermedades curables, y por si fuera poco, somos campeones
en gobernadores interinos (167 gobernadores en 179 años).
Hoy, en el inicio de una nueva era,
hago un llamado vehemente a todas y todos los que viven en Chiapas, sin
distinción de posición social, raza, sexo, lengua, religión o filiación
política a emprender una nueva lucha por la vía pacífica. Por eso hemos
recorrido juntos, partidos, organizaciones sociales, hombres y mujeres sin
partido, los caminos y veredas para convencer, para demandar con sentido de
urgencia un nuevo acuerdo para vivir armoniosamente, para buscar juntos la
solución consensada de nuestros problemas.
Estamos convencidos de la necesidad
del cambio, sabemos que el 2000 es la raya inicial para arrancar un nuevo
comienzo, que nunca como ahora las condiciones son inmejorables. Que ya no hay
razones para heredar a nuestros hijos el deber que nos llama.
Si en 1824, pudimos acudir a las
urnas a decidir nuestro destino, si en 1911, pudimos ponernos de acuerdo para
vivir en paz ¿Por qué no ahora? ¿Qué o quién nos lo puede impedir? ¿Por qué no decidimos terminar ya con esta
larga pesadilla? ¿Qué más nos tiene que pasar para que en Chiapas pase algo?
¿Qué más abajo tenemos que caer para comenzar a levantarnos? Si somos un gran
pueblo –y lo somos–demostremos que es tiempo de ganar el destino, forjarlo
entre nosotros e impulsar un nuevo comienzo.
Amigas y amigos:
El mañana que soñaron nuestros
viejos, es ahora. Ya no hay mañana. Este es el siglo, este es el año, este es
el día. Esta es la oportunidad esperada. De nuestra capacidad de respuesta dependerá
la calificación que nos otorguen nuestros hijos; estamos construyendo lo que
realmente merecemos.
Este nuevo comienzo para Chiapas,
requiere de las mejores ideas, de los mejores hombres y las mejores mujeres, de
las mejores instituciones y por supuesto del mejor gobierno. Este, es un
esfuerzo generacional amplio e incluyente.
En líneas generales, anticiparé lo
que la alianza ha ido construyendo en meses de arduo trabajo, algunos de los
rasgos del cambio que proponemos:
Pugnaremos por una nueva mexicanidad
chiapaneca, para que en ejercicio de nuestra soberanía, exijamos una nueva
relación con el gobierno federal, que nos permita recuperar la conducción de
nuestros procesos políticos y sociales. No permitiremos que la federación nos
siga tratando como el hijo bastardo o el hermano pobre de México.
El próximo, será un gobierno de
transición, respetuoso de la pluralidad y las leyes, sin privilegios para
nadie, comenzando por el gobernador. Será de seis años, los cuales servirán
para fijar las reglas de una nueva convivencia democrática. Solo la Alianza con
la fuerza del pueblo puede garantizar un gobierno que dure.
Daremos impulso a una profunda
reforma del estado, a la recreación de nuestras frágiles instituciones y a la
conformación de un nuevo estado de derecho que preserve las facultades del
Estado, pero que también proteja los derechos humanos y las garantías
individuales y sociales. Promoveremos una nueva constitución que refleje el
nuevo acuerdo social al que llegaremos los chiapanecos y chiapanecas.
El gobierno surgido de la gran
alianza social, pondrá en el centro al hombre, a la mujer, a las familias;
impulsaremos un modelo de desarrollo con sentido humano, que ofrezca mejores
caminos al nuevo chiapaneco, al chiapaneco del siglo nuevo.
La inversión prioritaria de nuestro
gobierno, será la que contribuya a formar el más grande capital humano; con un
amplio sentido de justicia social, privilegiaremos los esfuerzos y el destino
de los recursos hacia la educación, la salud y la alimentación. En este sentido
promoveremos que se eleve a rango constitucional el derecho a la alimentación.
Construiremos un proyecto educativo
consensado y pensado con los maestros y padres de familia para abatir el enorme
rezago que tenemos en esta materia. La educación, la salud y la alimentación
serán la prioridad de prioridades.
Impulsaremos una política social,
que necesariamente incorpore una perspectiva de equidad, entre mujeres y
hombres; entre pueblos indios y pueblos no indios; entre jóvenes y adultos
mayores; entre personas con alguna discapacidad y las que tienen diferentes
habilidades. Las niñas y los niños serán parte de estas prioridades. Ya antes
nos comprometimos a crear el instituto de la mujer; ahora, proponemos la
creación del instituto de desarrollo humano, con una visión distinta al
paternalismo, el asistencialismo y la caridad; en contraparte, la visión de la
política social de nuestro gobierno será de justicia y dignidad.
Combatiremos la ineficiencia del
sector público, fomentado la participación ciudadana como eje primordial;
convocaremos a la sociedad civil para que sume su experiencia, el conocimiento
de la sabiduría popular y las formas propias de organización, a los sistemas
gubernamentales.
Impulsaremos y crearemos las
condiciones necesarias para la conformación de un observatorio ciudadano de las
políticas públicas, con facultades para vigilar el cumplimiento de los
compromisos gubernamentales; con plena autonomía y que incorpore a ciudadanos
de reconocida probidad y representatividad.
Promoveremos un desarrollo
sustentable, democrático y justo, que revierta las tendencias de degradación
del ambiente, de las culturas y las sociedades. No puede haber sustentabilidad
con pobreza.
Proponemos un nuevo modelo de
planeación para el desarrollo regional y el ordenamiento territorial. Nuestra
propuesta tiene como característica la integralidad y una visión de futuro que
remplace a la improvisación.
Transformaremos el actual sistema de
seguridad para que los ciudadanos tengan confianza en sus instituciones,
revirtiendo la idea de que delinquir sí paga, de que si se delinque no se
atrapará al delincuente; de que si lo atrapan, lo van a soltar; de que si no lo
sueltan, estará preso poco tiempo; para demostrar que delinquir no será negocio
en Chiapas, profesionalizaremos a los cuerpos policiacos, mejoraremos sus
prestaciones y combatiremos implacablemente la corrupción, la ineficiencia y la
impunidad oficiales.
Atenderemos los reclamos sociales
auténticos como también los intereses legítimamente constituidos, porque es
inexcusable el respeto escrupuloso tanto de los derechos sociales como de los
derechos individuales. Nos comprometemos a proporcionar seguridad jurídica a la
propiedad en cualquiera de sus modalidades.
El apoyo al campo será prioritario,
pero lo haremos sin clientelismo y sin sesgos de contrainsurgencia. Con la
certeza de que si al campo le va bien nos va bien a todos, impulsaremos su
fortalecimiento y un proceso de industrialización para transformar los
productos del campo; promoveremos canales de comercialización y el gobierno del
estado abrirá una oficina de comercio exterior para asesorar, acompañar a los
campesinos e impulsar nuestra producción.
Apoyaremos todos los proyectos de
desarrollo gestados desde el empresariado local; fortaleceremos la pequeña y la
mediana industria, con visión de futuro para el renacimiento y crecimiento
sustentable de la economía.
La gran asignatura pendiente del
gobierno federal en Chiapas es con los indígenas, los excluídos de siempre, los
que no tienen lugar en la modernidad. Con ellos y no por ellos, trabajaremos
incansablemente para que en las leyes y sobre todo en los hechos, se establezca
una nueva relación entre gobierno y pueblos indígenas.
Ya no se puede continuar
indefinidamente en la inestabilidad y la incertidumbre que a todos nos afecta,
por lo que resulta urgente una salida pacífica al conflicto armado. Nada será
posible, si este gobierno no se compromete totalmente a gobernar promoviendo y
facilitando la reconciliación y la paz.
El próximo, no será el gobierno de
la revancha o de la venganza. Será un gobierno de paz, sin odios ni rencores.
No tengo agravios personales, lo que me ofende, es lo mismo que ha ofendido a
todos los chiapanecos.
Estas son las tareas y los
propósitos por delante. Con el voto que hoy le han dado los panistas de Chiapas
a mi candidatura, con la nueva fuerza social que conforman los partidos que
integran la gran alianza opositora; con las organizaciones sociales y con la
sociedad civil organizada, ganaremos el futuro y devolveremos al pueblo lo
último que un gobierno puede arrebatarle: su dignidad y el derecho a la
esperanza.
Muchas gracias