Mujer, educación e infancia.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas;
21 de
abril de 1999.
Palabras pronunciadas por el
Senador Pablo
Salazar Mendiguchía,
con motivo al “Día de la
Educadora”
El 14 de febrero pasado, en Soyaló,
declaré abiertamente mi aspiración por conducir los destinos de Chiapas, de
encabezar el primer gobierno del nuevo milenio.
Ese mismo
día definí los principios que han dado sustento a mi precampaña y sustentarán
mi campaña: la participación ciudadana y la unidad de los chiapanecos de frente
al año 2000; son estos dos principios los que guiarán la construcción del proyecto
de la esperanza para Chiapas, un proyecto horizontal, justo,
equitativo e incluyente.
Ese mismo día hice una convocatoria
a las mujeres y los hombres de Chiapas, sin distinción de credo, género, edad,
origen, opción de vida; del campo y las ciudades, a diseñar un programa de
esperanza que nos permita arribar a un mejor porvenir con paz y armonía.
También los convoqué a realizar
encuentros para construir una gran alianza que haga posible la puesta en
práctica de dicho programa, mismo que habrá de considerar la participación
activa y consciente de los ciudadanos para avanzar en el desahogo de los temas
de la agenda pública que están pendientes, como lo son el desarrollo
agropecuario, la salud, la justicia, las comunicaciones, entre otros, para los
que en su instrumentación deberá concebirse a la educación como un eje
transversal que cruce cada una de las acciones.
Poco
tiempo después, el 8 de marzo, día internacional de la mujer, durante un
desayuno con mujeres chiapanecas provenientes de todas las regiones del estado
y de diversas filiaciones políticas, profesiones y quehaceres, expresé mi
admiración y reconocimiento a esta gran parte de Chiapas que ustedes
representan: Las mujeres la otra mitad de la esperanza.
Con ellas
fortalecí mi compromiso de atender las voces ciudadanas, de las personas, de
las organizaciones civiles y no gubernamentales, para integrar su opinión y
perspectiva en ese nuevo programa de gobierno. Desde ahí las convoqué para que
organizadas celebren la primera Convención Estatal de la Mujer, de la que resulte el mejor plan de
acción en favor de las mujeres y en favor de Chiapas.
A
propuesta de algunas mujeres de diversos sectores
que recibieron positivamente esta convocatoria y han hecho suya la idea de la
convención, hemos establecido ya una fecha para su realización: el próximo 5 de
junio. Los resolutivos de este evento habré de asumirlos cabalmente.
Este
encuentro con ustedes, mujeres educadoras, además de cumplir con el principal
fin que es celebrar su día, me ofrece la oportunidad de invitarlas a participar
activamente en la convención de la mujer abordando el tema de Mujer, educación e infancia; estoy
convencido de que sus planteamientos sumados a los demás que habrán de expresar
otras compañeras y otros compañeros, enriquecerá la construcción del programa
de gobierno; serán elementos para trazar rumbo y dirección en este importante
tópico.
Hoy, día
de la educadora, celebro la existencia de este gran grupo de mujeres y su
desempeño profesional, que desde el aula y el jardín son responsables de formar
los futuros estudiantes, de forjar el futuro,
la esperanza.
Déjenme platicarles que en el
recorrido que he realizado por las regiones y municipios del estado, en
encuentros con diversos grupos ciudadanos, he podido darme cuenta que entre la
diversidad de temas que requieren atención precisa hay algunos que son urgentes
por la importancia de los sectores que involucran y los grandes rezagos que
presentan, entre los que se encuentran infancia,
educación y género.
Esos tres grandes temas son
vinculados por la educadora, quien se convierte en vehículo para establecer
ante niños y niñas, el conocimiento y los límites necesarios para relacionarse
armoniosamente con su entorno natural, social y cultural. El respeto a sí mismo
y, por ende a los demás, como ingrediente básico de la enseñanza.
La
educadora es vehículo también para que desde la infancia se formen ciudadanas y
ciudadanos con un mejor y mayor sentido de la equidad, el respeto y la
tolerancia. Son las educadoras, junto a la familia, las encargadas de crear
valores y estimular capacidades, fortaleciendo la inteligencia, el amor, la
curiosidad, la solidaridad y la alegría, dones de la infancia y cimientos para
la vida adulta.
Cada vez
es más reconocido el papel y la importancia de la enseñanza preescolar en la
tarea formativa en las edades tempranas, terreno antes bajo resguardo exclusivo
de los padres, más aún, casi exclusivo de las madres; sin embargo, aún requiere
de grandes esfuerzos y mayor empuje, requiere una amplia revisión de la función
del estado en la protección a la infancia, su educación formal básica y
principios éticos para la formación de capital humano, único capital altamente
rentable y productivo para el crecimiento y desarrollo de nuestras sociedades y
culturas.
En Chiapas
tenemos una gran tarea educativa pendiente en el nivel preescolar. A pesar de
algunos esfuerzos institucionales en las modalidades de preescolar general,
indígena y comunitaria, la oferta educativa en este nivel apenas atiende al 62%
de la población que requiere este servicio, 17% menos que el promedio nacional
y muy por debajo de la entidades que tienen cubierta su demanda en un 100%.
Es imperativo el reconocimiento de
lo que falta por hacer, de las desigualdades de las coberturas y calidad
educativas entre el medio urbano y el medio rural; de la falta de acceso a la
educación preescolar de los niños y las niñas indígenas; de la ausencia de
educadores y educadoras formados en el contexto de las culturas étnicas; de la
falta de estímulo para la participación equitativa de niñas y niños en aulas y
jardines; la ausencia en el diseño e instrumentación de acciones
complementarias que apoyen la participación y permanencia infantil en los
jardines educativos y su vinculación con otras tareas de gobierno
compensatorias de los déficits económicos que recaen con mayor peso en la
familia y sus miembros más vulnerables: las niñas y los niños.
Ante este
rezago no podemos ser complacientes, sobre todo porque resulta una paradoja que
en este nivel escolar exista tal rezago educativo habiendo tantas educadoras
que concluyeron sus estudios que no se les brinda la oportunidad de servir a la
niñez de su estado.
Quiero, si ustedes me lo permiten,
perfilar algunas propuestas que fortalezcan la participación gubernamental en
el nuevo milenio, en la gran tarea educativa preescolar, en la construcción del
porvenir:
Es
necesario promover mayores responsabilidades del estado para asegurar la
obligatoriedad de la educación preescolar como el primer nivel de la educación
básica.
Deberá ser
tarea ineludible el impulso y fortalecimiento de los programas de estimulación
temprana y escuela para padres.
Se
requiere vincular las instituciones educativas, específicamente las del nivel
preescolar, con las instituciones de asistencia social y protección de la
infancia, la mujer y la familia, así como las de salud, para generar opciones
educativas integrales y la suma de acciones complementarias y compensatorias.
Uno de los
principales retos es lograr articular la educación preescolar con la familia y
los principios educativos para la vida; para ello el sistema educativo deberá
buscar los canales adecuados para que la educación en el jardín se convierta en
una extensión y complemento de la educación en los hogares.
La
incorporación de los padres acompañando la responsabilidad materna en la
educación de los hijos, deber ser un objetivo por promover de la educación
preescolar.
Para dar
cabal cumplimiento a los principios de equidad deberán diseñarse los medios
para estimular la participación, asistencia y permanencia de las niñas en los
jardines educativos.
Otra
acción positiva que debemos impulsar desde el espacio educativo preescolar
aprovechando el vínculo histórico y cultural entre hijos y madres, como educadoras
y transmisoras de conocimiento y cultura, es la alfabetización femenina, lo que
nos permitirá avanzar en esa relación de influencia entre la madre y el éxito o
fracaso escolar de las niñas y los niños.
La
formación de las y los educadores deberá considerar la actualización educativa
permanente, así como el análisis y la discusión de los temas relativos a la
infancia y género.
Es
necesario realizar una amplia revisión de los componentes laborales que
permitan mejorar las condiciones de este sector profesional, generando
estímulos especiales orientados a promover la presencia de la educación
preescolar en el medio rural y el medio indígena.
Aun cuando
es necesario avanzar en la expansión de las coberturas educativas del nivel
preescolar, es también de suma
importancia avanzar en los aspectos de calidad de los contenidos, las
herramientas y los materiales educativos.
En el
marco del respeto a las diferencias y el reconocimiento de la diversidad
cultural, deberá fomentarse y abrir los espacios necesarios parar la formación
de educadoras y educadores en una efectiva opción educativa bilingüe y
bicultural, que revierta la reproducción
de concepciones ajenas a las comunidades indígenas en general y a los niños y
las niñas en particular.
El marco para el cumplimiento de
estas perspectivas, que habrán de fortalecer la tarea educativa para la
infancia chiapaneca y un mejor ambiente para el desarrollo profesional de las
educadoras en este arduo camino, se establece claramente en el artículo 3º de
nuestra Constitución Mexicana que refiere el derecho de todos los mexicanos
para el pleno gozo de sus libertades de estudiar, jugar y divertirse, sin
importar color de piel, credos o capacidades económicas y para que la educación
pública permita desarrollar armónicamente la inteligencia, la democracia y la
convivencia humana, estableciendo la obligatoriedad de la educación básica y la
gratuidad de la educación que imparte el estado.
Además, la
Declaración universal de derechos humanos
de la ONU, la Declaración de los derechos
del niño y la Convención sobre
derechos de los niños, proclaman y establecen que la infancia tiene derecho
a cuidados y asistencia especiales, protección legal, derecho a la educación y
la obligación del Estado de otorgársela.
Para hacer efectivos estos
principios debemos nuevamente vincular los tres ejes con los que iniciamos: infancia, educación y género, ya que no
debemos perder de vista que históricamente las encargadas de la educación de
los niños y las niñas, son primero las madres y posteriormente las educadoras,
de ahí la invitación para que continuemos reflexionando sobre ese nuevo tema y
concepto de género, que seguramente habrá de darnos mayor claridad y
herramientas para construir un futuro más justo y equitativo.
Parto del supuesto común de que
mientras seamos mejores adultos, mejores padres y madres, mejores educadores y
educadoras, tendremos más posibilidades de construir mejores niñas y niños y
mejores jóvenes, y, por lo tanto, mejores familias y sociedades.
Queridas amigas educadoras:
Este es un
día de alegría y reconocimiento. Sobran razones para felicitar a quienes se
dedican con ese amor pedagógico a la tarea educativa que es la más humana y
humanizadora de todas, porque implica coraje en su desempeño y amor a los
demás.
El día de
hoy quiero reafirmarles mi permanente admiración y gratitud y mi compromiso
para buscar lo que pueda ayudarnos a construir juntos un mejor futuro para
todos.
Muchas
felicidades amigas educadoras.