Discurso pronunciado por el Senador Pablo Salazar Mendiguchía, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas

2/12/2015 06:45:00 a. m. 0 Comments

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas;
30 de octubre de 1999.

Discurso pronunciado por el Senador
Pablo Salazar Mendiguchía,
en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas

Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Partido del Trabajo y del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República,

Compañera senadora Amalia García, presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática,

Compañero Diputado José Narro Céspedes, miembro de la coordinación general del Partido del Trabajo,

Compañero  Amado Avendaño Figueroa,

Compañeros y compañeras dirigentes de Partido políticos, Organizaciones Sociales y de la sociedad civil que hoy nos acompañan,

Ciudadanas y ciudadanos todos:

En esta tierra de tanta historia y frente a esta multitud observada en silencio por esos majestuosos monumentos coloniales, testimonio de nuestro pasado y presente de contrastes, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas decidió comenzar en Chiapas su nuevo andar en la búsqueda, otra vez, de un gobierno mejor para los mexicanos.

Hace 25 años, en octubre de 1974, comenzó a escucharse de manera vigorosa la voz de los pueblos indios. En aquel Congreso Indígena resonó fuerte la palabra en defensa de las tierras, por recuperarlas, por evitar el despojo. Quién puede imaginarse que para recuperar lo que les pertenece tuvieron que organizarse, luchar y enfrentar la represión gubernamental. Hace 25 años se escuchó el reclamo por apoyo crediticio, transporte, caminos y buenos canales y condiciones favorables para la comercialización de los productos. Hoy los pueblos indígenas siguen reclamando lo mismo.

Hace 25 años los indígenas de Chiapas demandaban una educación según sus necesidades de producción y de cultura, en su propia lengua, con maestros capacitados y que cumplieran. Hoy la educación sigue siendo una demanda incumplida.

Hace 25 años las mujeres se morían de parto, los niños por falta de los servicios elementales, los hombres por enfermedades  de su trabajo: tracoma, paludismo, tuberculosis, sin contar otras enfermedades propias de los pobres como diarreas, parasitosis, desnutrición y otros males privativos de pueblos marginados y excluidos de la justicia social.
        
Si hace 25 años esas eran las demandas, tierra, comercio justo, salud y educación, hoy han cambiado radicalmente. Sigue habiendo rezagos que nos ofenden y existen por supuesto problemas agrarios pendientes. Pero también es cierto que ahora la lucha ya no es porque los gobiernos cumplan con la tarea para la que fueron electos. No han cumplido nunca. Ahora, estoy profundamente convencido, los pueblos indios reclaman también ser parte del gobierno, para buscar la solución de sus problemas ancestrales. Ya no piden buenos gobiernos, ellos quieren ser gobierno. Se necesita que los pueblos indios ya no estén marginados de la toma de decisiones.

Por eso venimos hasta aquí para pedirles que nos dejen ser parte de su lucha. Un partido generoso, combativo, sufriente ha abierto sus puertas a mi candidatura. El Partido de la Revolución Democrática, segunda fuerza política en Chiapas, cuya fortaleza y presencia social se ha construido a golpe de agravios me ha entregado la estafeta exactamente ahí donde hace cinco años la dejó mi amigo Amado Avendaño.

A pesar de todos los esfuerzos por impedirla, la Alianza en Chiapas avanza con partidos, organizaciones sociales  y ciudadanas y ciudadanos. Hoy me comprometo ante ustedes a continuar la lucha, a ser parte de ese proceso social que ya esta madurando y arrojando sus primeros frutos.  Quiero honrar ese compromiso y hoy lo suscribo ante el testimonio de un hombre limpio, de un mexicano excepcional: Cuauhtémoc Cárdenas.

En el proyecto de Alianza esta contemplado discutir con las comunidades y pueblos indios un nuevo gobierno, no para los indígenas de nuestro estado sino con ellos para devolverles el derecho de mandar en su vida y decidir su futuro.
        
Para lograrlo, es tiempo otra vez de ponernos el overol para ir al encuentro, ahora sí, del ansiado cambio por el que otros antes que nosotros dieron no solo su tiempo sino su vida.

Pero no basta que el pueblo quiera el cambio para que el cambio se produzca; si así fuera, desde hace mucho que nuestra entidad hubiera cambiado. Se necesita pensarlo entre todos, diseñarlo, fijarle tiempos, darle márgenes de vialidad, empujarlo, consolidarlo, extenderlo, proyectarlo. Y para ello se requieren instituciones, instituciones fuertes y un pueblo de pie, en pie de lucha.

Ofrezco cumplir el primer requerimiento exigible a todo hombre que aspire a gobernar: el respeto a la dignidad de las personas, el respeto al decoro de las instituciones, el respeto al quehacer de los otros poderes y de sus componentes, el respeto a los órganos de carácter social, el respeto a las organizaciones de todo tipo, el respeto a los medios de expresión y de opinión, el respeto a la vida pública y privada de  cada uno de los chiapanecos y de todos los que viven y conviven al amparo de nuestras leyes. Y para que este ofrecimiento no esté sujeto al capricho o la circunstancia, me comprometo a estimular al máximo posible una nueva cultura de tolerancia y de inclusión, en la que el aliento a los derechos humanos y sociales sea una prioridad de prioridades.

Una guerra en Chiapas nunca traerá un vencedor. Habrá muertos, habrá heridos, habrá detenidos, habrá desaparecidos, habrá víctimas, víctimas, siempre víctimas, de uno y otra lado, pero para que no haya guerras debemos merecer la paz y construirla con la capacidad de sacrificio que tanto le hemos regateado a la democracia.

No digo que todo lo hecho esté mal, digo que todo lo que falta por hacer no lo harán ya los que no tuvieron tiempo para hacerlo en tantos años.

Que vengan los votos, que hablen, que resuenen, que se impongan en las urnas y que despejen el campo para que en Chiapas y México se instaure un nuevo gobierno con plena legitimidad democrática.

A los indígenas les pido, con su bastón de mando -el que me dieron en Tenejapa y San Juan Cancuc- la voz de mando en las urnas: sabré respetarlos, sabré entenderlos. Una nueva política de los indios y para los indios tiene que ser discutida y consensada con ellos, si queremos una etapa de desarrollo y genuina concordia social. A los indios no hay que hablarles fuerte, hay que entenderlos pronto, y más nos vale, si no deseamos que el conflicto que con ellos tenemos se vuelva herida insalvable, incurable.

Como en la COCOPA y en el senado, reitero mi compromiso público de luchar hasta el límite de mis fuerzas por hacer realidad el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.

Un nuevo tiempo político nos espera. Los partidos seguirán jugando un papel primordial, pero se abrirán paso y marcarán el ritmo las organizaciones sociales. Debemos ser  sensibles y receptivos a  este cambio imparable.
        
Seguiremos saliendo a las calles, iremos a los ejidos,  a los parajes, a las comunidades, iremos a los centros de trabajo, a las escuelas, llevaré mi palabra y recogeré la de aquellos para  quienes la vida no ha pasado  de ser un amargo recuento de sufrimientos.

COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS:
INGENIERO CUAUHTEMOC CARDENAS:

Se que pisamos un terreno delicado, lo sé, pero no tenemos dónde más pisar si queremos ir con el pueblo.
        
Será el dos mil el año del despertar, vendrán a nuestra puerta, tocarán, abriremos, saldremos con los que nos llamaron, escribiremos un nuevo capítulo y esperamos que sea el comienzo de un nuevo tiempo en el que la reconciliación se haga perdurable por la justicia.

Y nosotros también iremos a muchas puertas, tocaremos, no nos cansaremos de tocar, nos abrirán, saludaremos, convenceremos y en seguida vendrán con nosotros para hacer más grande esta nueva mayoría que abrirá el nuevo horizonte de Chiapas.

Hoy, cuando vengo al corazón mestizo de los Altos indígenas, quiero llamar a todos los sancristobalenses, indígenas y mestizos, hoteleros y restauranteros, comerciantes y artesanos, empleados, y a todos los ciudadanos y ciudadanas honestas y amantes de la paz, a luchar desde ahora por la reconciliación. A  que olvidemos nuestras rencillas, enconos y rencores. A que San Cristóbal de Las Casas y los pueblos indígenas de los Altos sean el primer frente de batalla contra la intolerancia, por la pluralidad, el respeto a la diferencia y el derecho de todos a una vida digna, independientemente de nuestro color, nuestra lengua, nuestro vestido o nuestra religión.

Chiapas no es solo refugio de injusticias, de pobreza, marginación y violencia gubernamental. Chiapas es el corazón de México. Es la conciencia de los mexicanos, aquí se juega el destino de la democracia en nuestro país. Porque a pesar de todo la muerte y la desesperanza, el odio y el rencor, que a diario propalan desde las esferas de poder, no nos han derrotado. Hoy estamos preparado para desterrar la imposición, para demandar al gobierno federal una relación de respeto a nuestros bienes y nuestros recursos y estamos decididos a llevar hasta sus últimas consecuencias una nueva política.
        
Ya esta saliendo el sol en Chiapas, ya apunta, brillará en las urnas, y saldrá para todos. En esta lucha no estamos solos. Nos acompañan los ojos del mundo y de México.

No claudicaremos.