Nunca es la última derrota.

10/23/2013 09:15:00 p. m. , 0 Comments


23 de octubre de 2013






En su novela 'El general en su laberinto', García Márquez pone esta frase en boca de Simón Bolívar. La obra describe los últimos y desventurados días del llamado ‘Padre’ de muchas patrias con pasajes en los que debió de arrastrar con vergüenza toda su gloria.

"Nunca es la última derrota"

En su ya clásica novela histórica El general en su laberintoGabriel García Márquez pone esta frase en boca del generalísimo Simón Bolívar. La obra describe los últimos y desventurados días del llamado ‘Padre’ de muchas patrias con pasajes en los que debió de arrastrar con vergüenza toda su gloria.

Al pasar por muchos poblados que antes lo vitorearon, ahora lo trataban como un vulgar fugitivo; “¡Longaniza!”, le gritaban,  ese feo apodo con el que se le conoció en vida, tan impropio para cualquiera, ya no digamos para un héroe.
Jorge Vergara me trajo inevitablemente a esta frase.

Cada vez que he pensado que estoy frente al último ridículo del polémico propietario de Chivas, me sorprende superando al anterior.

Ningún dueño ha mostrado tal desprecio tanto por sus entrenadores, como por la afición e historia del Rebaño Sagrado, como lo ha hecho el exitoso vendedor de suplementos nutricionales. Incluso, desprecio por un símbolo nacional que articuló en otros días el orgullo de ser mexicano.

Ha corrido a los técnicos sin ningún respeto por su imagen, antecedente, prestigio, incluso sin el mínimo reconocimiento a sus resultados. Despidió al ‘Güero’ Real –a quien yo como aficionado sigo extrañando- cuando el equipo tenía números inmejorables y, además, jugaba bonito.

Presente tengo la manera tan humillante en que cesó a Omar Arellano padre, sin importarle lastimar a su hijo, quien en ese entonces pasaba por muy buen momento en Chivas. Omar Jr. debió sentir el mismo odio que Iliúshechka experimentó cuando su padre fue golpeado en sus propias narices por el deshonesto Dimitri Karamazov, en la novela de Fedor Dostoyevsky.

Las recurrentes humillaciones vergarianas nos alcanzan a todos.

Nací en 1954 en Soyaló, un pequeño poblado de Chiapas que apenas contaba con tres mil habitantes. Careció de luz eléctrica hasta mis diez años.

Con las olimpiadas de 1968 llegó por primera vez la televisión. Durante mis primeros 14, el rey de los medios fue la radio. Pegado a un aparato Telefunken, crecí y creció mi devoción, casi religión por las Chivas con las narraciones de Don Agustín González Escopeta, Fernando Marcos y Ángel Fernández, entre otros. Cuando por alguna insalvable razón me perdía el partido dominical, el lunes a primera hora, antes de irnos a la escuela del pueblo, prendía el radio de bulbos en la XEW para escuchar Deportilandia, el noticiero deportivo más escuchado del país, en voz de Francisco Javier Camargo, ansioso de saber los resultados.

Me tocó vivir la segunda etapa del campeonísimo bajo el mando del recordado Ingeniero Javier de la Torre, papá del ‘Yayo’, y también llorar a mis ocho años cuando perdimos con gol de Necco frente al Oro en aquel inolvidable partido en el que el ‘Tubo’ Gómez, al final, casi le anota un gol al ‘Piolín’ Mota.

También me conmoví en su gira por Europa (fuimos el primer equipo mexicano que hacía una gira por el viejo continente), cuando con un sólo día de descanso, enfrentamos al campeón Barcelona con quien comenzamos perdiendo 2-0 y en una furiosa reacción, terminamos empatados a 2.

¿En dónde se perdió esa grandeza? ¿Por qué Vergara y los jugadores se burlan así de los sentimientos de la afición, de la hermosa historia y gloria de las Chivas?

Al bochornoso desastre en el que mantiene sumido a nuestro equipo (último lugar en la tabla y el próximo torneo, último en la porcentual), ahora nos regala un ejemplo de falta de pudor deportivo. ¿Tenía que ser él quien como un palero más, saliera a pedir que el América fuera la base de la Selección Nacional? ¿No había otro para hacerlo? ¿Y la rivalidad deportiva?

¿Cuándo será el último ridículo de Vergara? ¿Cuándo la última derrota? ¿Dónde se había visto que en el Azteca fuésemos una insignificante minoría como en el último clásico?

Guardando las proporciones con la historia ¿Por qué donde antes paseamos nuestra grandeza hoy exhibimos nuestra miseria y terminamos escuchando estruendosos olés en nuestra contra como aquél ¡Longaniza! que le recetaban generalísimo?

Sólo hace falta un cambio para que las cosas cambien en Chivas: el de sus dueños.

*Hijo de maestros rurales, Pablo Salazar encabezó el primer gobierno de alternancia del estado de Chiapas. Fue gobernador de 2000 a 2006.


Tiempo Real
23 de octubre de 2013.
Columnista invitado.