La educación no debe ser amenazada
Pablo Salazar Mendiguchía
Publicado en el Diario Reforma.
26 de marzo de 2013.
Sección Opinión.
Eran los inicios del gobierno estatal 2000-2006 y mi primera reunión como gobernador con la dirigencia de la Sección 7 del magisterio, cofundadora de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Chiapas arrastraba la tradición de un sindicalismo anárquico y violento que emplazaba con excesivas demandas salariales. Ellos ponían las reglas.
Publicado en el Diario Reforma.
26 de marzo de 2013.
Sección Opinión.
Eran los inicios del gobierno estatal 2000-2006 y mi primera reunión como gobernador con la dirigencia de la Sección 7 del magisterio, cofundadora de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Chiapas arrastraba la tradición de un sindicalismo anárquico y violento que emplazaba con excesivas demandas salariales. Ellos ponían las reglas.
“Queremos
pedirle –me dijeron– la Subsecretaría de Educación Básica para alguno de
nuestros compañeros y tres direcciones más de ese mismo nivel”.
“Me parece
una propuesta interesante –les respondí–, siempre y cuando sea recíproca. Yo
quisiera la Secretaría General del Sindicato y tal vez la de Conflictos, también
para alguno de mis compañeros”.
Como no esperaban esa reacción se ofendieron.
En
Chiapas, les expliqué, seis de cada diez pesos del presupuesto público se van
a la educación. Convertida esa cantidad en el 100%, 97% se va a salarios y
prestaciones; 3% a calidad a los contenidos, capacitación, aulas e
infraestructura. Chiapas es primer lugar en analfabetismo y reprobación. El
problema no es el dinero, porque no hay una correlación entre más gasto y
mejores resultados, fue el diagnóstico que hice.
Llegó el
famoso pliego petitorio anual. Decidí que la reunión no sería ni en la fecha ni
a la hora propuesta por ellos. Tampoco sería en palacio de Gobierno sino en las
instalaciones de la Secretaría de Educación y con el titular, no con el Gobernador
como acostumbraban. A regañadientes aceptaron, pero exigieron que la entrega
del pliego fuese en presencia de todos los medios. No me opuse. Llegado el
momento, la sorpresa fue mayor: cuando se disponían frente a las cámaras a
las conocidas arengas y a entregar su documento, el secretario de Educación,
el maestro Alfredo Palacios Espinosa, les dijo que en esa ocasión no sería un
acto de entrega, sino de intercambio de pliegos: “Ustedes me entregan el
pliego petitorio del sindicato. El gobierno les presenta el pliego petitorio
de la sociedad”.
Entre
plantones, marchas, tomas y bloqueos, se perdieron diez años efectivos de
clases. El calendario escolar marcaba doscientos días laborables; en muchas
comunidades rurales, los maestros, antes de mi gobierno, asistían sola- mente
ochenta días: llegaban los martes y se iban el jueves.
En
cumplimiento del pliego petitorio de la sociedad, mi gobierno implementó con
éxito las siguientes medidas:
1. El
que no trabaja no cobra. Descontamos más de 40 millones de pesos del
primer plantón que fueron reinvertidos en el sector educativo. Después pidieron
devolución del descuento. No está devengado, fue nuestra inamovible
respuesta.
2. Línea
01 800 para combatir el ausentismo magisterial en las aulas. Un número
telefónico gratuito abierto las 24 ho- ras para reportar ausencias
injustificadas en las aulas.
3. Habilitación
de la Secretaría de la Contraloría como supervisora. Se levantaron
cientos de actas de abandono de empleo.
4. Fin
de la doble negociación salarial. En el 2001, sólo el pliego petitorio de
la Sección 7 (local) representaba seis mil millones de pesos, que fue el costo
de toda la negociación nacional. No otorgamos un peso adicional a lo
obtenido en el nivel central.
5. Freno
al escalamiento a prestacio- nes singulares. En alguna ocasión, un gobernador decidió premiar a cada maestro con dos días de salario cada 15 de
mayo. Pliego tras pliego llegaron a 18 días de sa- lario, hasta mi
administración donde no hubo más.
6. Reducción
gradual a las plazas comisionadas.
7. Todas
las plazas y ascensos, por oposición. Las plazas eran un botín con participación de la autoridad: se repartían en dos mitades, una para el gobierno y
otra para el sindicato. Cada uno las vendía al mejor postor.
8. Desdramatizar
el 15 de mayo. No tienen por qué esperar hasta esa fecha para poner fin a las negociaciones salariales y anunciar el incremento.
9. Que
la educación siga al alumno. Todo cuanto pudimos implementar fue
direccionado al alumno, no un presupuesto siguiendo al maestro: biblioteca
pública virtual, laboratorios de cómputo a todas las preparatorias, equipos
de cómputo con internet a los mejores promedios y el primer parque público
con internet inalámbrico gratuito.
10. La
agenda educativa por encima de todo. Se actuó con firmeza y el gobernante
y sus colaboradores, sin agendas escondidas, tuvieron como agenda única el
interés social; dispuestos a pagar costos.
En Chiapas
funcionó, aunque faltó darle mayor peso normativo para hacer estas normas
irreversibles. Mi sucesor les regresó sus privilegios, y mucho más. Retornó
tres décadas atrás.